lunes, 31 de octubre de 2011

The Pogues: Historias de Irlanda y pintas de Guiness


Mil novecientos ochenta y dos. Viernes por la noche. Ya ha terminado el periplo veraniego y la humedad otoñal impregna el ambiente de Irlanda, la vieja Eire. Acabamos de cobrar la paga semanal, y la vieja cuadrilla de amigos nos acercamos al pub, lugar de reunión tras la dura semana de trabajo, para comer algo y tomarnos unas pintas. Además, hemos oído hablar de una nueva banda local que, según nos cuentan, es la leche. En especial su cantante, un joven gruñón orejudo y desdentado, que canta esas maravillosas tonadas celtas como si la vida le fuera en ello. Y casualidades de la vida, ésta noche tocan en el vetusto pub. The Pogues se hacen llamar, y llevan la canción tradicional irlandesa a otra dimensión. Tras salir a escena, lo primero que nos llama la atención es el estado etílico del cantante, Shane McGowan se hace llamar, que apenas puede mantenerse en pie y se aferra al pie de micro por si acaso. Sí, es música tradicional, pero cantada y tocada como si de los Sex Pistols se tratase. O más bien debería decir que, bajo esa flauta, ese acordeón, ese banjo, esa gaita o esa guitarra, en realidad se esconde un espíritu punk tocado al estilo celta, que al fin y al cabo es la música que corre por sus venas.


Dos mil once. Viernes por la noche. Con un montón de años más a cuestas, la misma cuadrilla de amigos nos reunimos para recordar viejos tiempos y echar unos tragos. Quedamos en el pub, y mientras la gente va llegando nos llega a los oídos la música de fondo: The Pogues. Curiosamente tocan en la ciudad, así que nos acercamos a ver a nuestros viejos compinches, la banda sonora de nuestras juergas. La banda ha cambiado algunos componentes, los años se hacen notar, pero la buena noticia es que Shane McGowan sigue en la banda tras la reunificación, a pesar de que en los noventa decidieron echarle debido a que su desmesurado consumo de alcohol estaba lastrando al grupo. Vamos, que era como si AC/DC hubieran expulsado a Bon Scott, o Queen hubiesen hecho lo mismo con Freddie Mercury. Y es que no nos engañemos, The Pogues debe su éxito al carisma de Shane McGowan. Tras su marcha, la popularidad del grupo fue en descenso (a pesar de que a veces les acompañó como vocalista el mismísimo Joe Strummer de The Clash) por lo que decidieron dejarlo hasta su reunión del año dos mil uno. Y de momento, aquí siguen.

¿Y que hizo Shane durente todos esos años? Continuar con su proceso de autodestrucción. Bebió, formó una banda llamada The Popes con la que grabó algún disco, entró en varios centros de desintoxicación, siguió bebiendo, escribió canciones en ciertos momentos de lucidez, bebió un poco más…. Finalmente los médicos le dieron seis semanas de vida, y a pesar de ello todavía sigue por aquí dando guerra, siendo los dientes lo único que ha perdido por el camino. Era tal su estado físico que se decidió que no concediera entrevistas porque siempre estaba borracho y no se le entendían las respuestas. Resulta cachondísimo ver las fotografías de esas fiestas repletas de celebridades, y Shane totalmente borracho, sudoroso, departiendo con todos, con los ojos a medio cerrar y esa dentadura podrida asomando por ahí. Todo un expediente X de la ortodoncia.


Pues bien, como os contaba hemos decidido asistir a la actuación. Siguen siendo los mismos borrachines canallas y divertidos. Y sorprendentemente nos hemos emocionado escuchando aquellas viejas canciones y recordando aquellos tiempos: “Streams Of Whiskey” una de sus canciones insignia suena fabulosa, “Dirty Old Town”, “A Pair Of Brown Eyes”, “Sally McClean”, “Rainy Night In Soho”, “Yeah, Yeah, Yeah, Yeah”, “White City”,…. viejos himnos de taberna, textos de borracho, y canciones que nos invitan a beber y a bailar. O la preciosa “Fairytale Of New York”, su single de mayor éxito, una canción navideña con un aire nostálgico ideal para escuchar en esos fríos días de invierno, y que a mí me recuerda bastante a las viejas canciones tradicionales vascas. “Birmingham Six” sin embargo nos explica la dura historia sobre los “seis de Birmingham”, aquellos jóvenes encarcelados durante 16 años por la colocación de dos bombas que causaron 21 muertos, y por presunta pertenencia al IRA, pero que finalmente resultaron ser inocentes. Por supuesto la canción fue censurada en Gran Bretaña. Y claro está, no podrían dejarse en el tintero la divertidísima “Fiesta”, con un texto en semi-español alucinógeno en el que mezcla Almería, la feria, un tal Leonardo y su accordione, los kalamari y macaroni (¿¿¿???), la chochona in the bingo……, y que caló tanto entre la gente que incluso en San Fermín las charangas todavía la tocan a día de hoy. Y es que, si te encuentras en San Fermín por la calle y suena ésta canción, no puedes evitar el bailar, y si encimas llevas unas cuantas cervezas, pues ni te cuento. Lo cierto es que The Pogues tienen tal listado de canciones que cualquiera de sus conciertos podría ser un Greatest Hits en toda regla. Pero hay algo que sí ha cambiado: en el año dos mil nueve, en una visita a España, el bueno de Shane McGowan decidió arreglarse la dentadura, y ahora presume de sonrisa. Un nuevo sex symbol acaba de nacer. Quien lo iba a decir….



Os dejo con la letra de “Fiesta”. Vais a flipar.

I am Francisco Vázquez García/ I am welcome to Almería /We have sin gas and con leche/ We have fiesta and feria /We have the song of the Chochona /We have brandy and half corona /And leonardo and his accordione /And kalamari and macaroni

Come all you rambling boys of pleasure /And ladies of easy leisure /We must say adiós! until we see /Almería once again /There is a minstrel, there you see, /And he stoppeth one in three /He whispers in this ones ear /Will you kindly kill that doll for me /Now he has won Chochona in the bingo /All the town has watched this crazy gringo /As he pulls off the dolls head laughing /And miraldo! throws it's body in the sea

El veinticinco de agosto /Abrió sus ojos Jaime Fearnley /Pero él bebe cincuenta Gin-campari /Y se tendió para cerrarlos /Y Costello el rey del América /Y suntuosa Kate O'Riordan /No romperán mis cojones /Los gritos fuera de las casas


The Pogues - Streams of Whiskey

The Pogues - Fairytale of New York


viernes, 28 de octubre de 2011

Israel Nash Gripka : El alma desnuda


El regreso de un amigo que huye del mundo para perderse y, con fortuna, encontrarse, tal vez, por primera vez, siempre es motivo de alegría. Y esta alegría se troca más grata todavía cuando, con el olor de la María consumida en Holanda bullendo aún por todos sus poros, se me hace entrega de un CD cuya foto en blanco y negro presenta al músico de Missouri al lado del título del disco, de edición limitada, de nombre “Working Class Hero And Other Favorites”
Siete maravillosas canciones grabadas en los estudios Daltoon, en Eindhoven (Holanda)Lugar donde Gripka se ha prodigado de manera constante, recordar el disco grabado en directo con la banda The Fieros, aparecido hace algunos meses.
Eric Van Der Lest grabó al músico en un absoluto estado de gracia. Sólo la voz y una guitarra. Sin más añadidos que la emoción y la devoción que Gripka tiene hacia canciones de lo más variopinto. Cinco versiones, de Green Day una demoledora y casi desconocida interpretación de su archiconocido “Basket Case”,de Leonard Cohen, soberbia su “Chelsea Hotel”,de Mick Jagger,"Evening Gown" extraído de su genial Wondering Spirit,de John Lennon la que da título al disco o el versionadisimo “Hey Joe” de Billy Roberts y dos canciones más del propio Israel.
Que este tío es un gran, grandísimo intérprete es algo que todos aquellos que le seguimos ya sabíamos. Pero es aquí, en la penumbra de la emoción y el puro sentimiento de una persona y una guitarra y su voz donde Gripka se me antoja como uno de los más maravillosos y geniales artistas que he tenido la fortuna de conocer.
No miente, no se esfuerza por quedar bien con sus seguidores, no trata de impresionar a los críticos. Simplemente es un chaval con una guitarra que sueña con escucharse a sí mismo cantando esa canción que tanto le emocionó de joven.
Puro deleite que, desgraciadamente sabe a poco y que le hace a uno volver a poner el álbum desde el principio para dejarse arrastrar por una voz, una guitarra y el amor hacia la música.

Israel Nash Gripka - Basket Case

Israel Nash Gripka - Working Class Hero


miércoles, 26 de octubre de 2011

The Train Wrecks: Descarrilando And Roll


The Train Wrecks es uno de los secretos mejor guardados de Savannah, ciudad que, por otra parte, sabe guardar bien sus secretos como dejó magníficamente plasmado Clint Eastwood en su gran film, Medianoche En El Jardín del Bien Y Del Mal.
Imagina un sonido que se agarra tanto a Hank Williams Sr., Johnny Cash, The Band, Lucero y Hank Williams III; amalgamados en un apasionado cemento de poderosa resistencia y color propio.
Tras su primer larga duración: “Whiskey & War” del año 2007, el cual les posibilitó el salir del circuito local y abrir para gente tan diversa como el legendario B.B. King, un músico de segunda fila y con años de Rock a sus espaldas como Eddie Money o un Outlaw como Jerry Jeff Walker. Los Train acaban de sacar al mercado este maravilloso y adictivo “Saddle Up”. Trece canciones que suenan como un cañonazo sonoro y que combinan los Country- Punk más salvajes como “Tennessee Mare” a los temas estilo Cash, “Hang Me High” , Rockanrolazos tipo “Juke Joint” o “Struggle” canciones que hubiera firmado Robbie Robertson como “Southern Skies” y bellezas que enamoran el corazón del tipo “Not The End” o “Bills to Pay”.
El cabecilla de estos Accidentes Ferroviarios es Jason Bible guitarra, voz y harmónica, y Markus Kuhlmann, batería y voz, Eric Dunn, bajo eléctrico, contrabajo y voz y Stuart Harmening dobro, banjo y guitarra son la magnífica estructura sobre las que se asientan las canciones del amigo Bible.
En este maravilloso otoño recién empezado, ¡por fin!, sabe a carreteras polvorientas y lagartos que miran al horizonte, mientras por caminos sin final, un Outlaw conduce un descacharrado Pontiac con los Train Wrecks como banda sonora.

The Train Wrecks- Struggle

The Train Wrecks- Bills To Pay


lunes, 24 de octubre de 2011

LIVE AID: Un Don Nadie en la cima del mundo


Conciertos benéficos. Sólo con escuchar esas dos palabras mágicas, me entran sarpullidos, comienzan los temblores y sudores fríos, y huyo como si me alguien me fuera a contagiar la peste bubónica. No puedo con ese tipo de eventos. Nunca he entendido que proponen ni que es lo que buscan, aunque me lo expliquen a mí siempre hay cosas que no me cuadran. Por ejemplo quienes se apuntan al carro para relanzar su carrera, o directamente para chupar del bote. Y no podría haber elegido mejor ejemplo de ello que el Live Aid 1985: o cómo un músico mediocre, prisionero de una única canción (que para colmo de males es un coñazo) se convierte de pronto en el salvador del mundo. Bob Geldof se llama la criatura, y de ser un mindundis que cantaba aquella tonada, “I Don’t Like Mondays”, pasó a ser una especie de gurú mundial propuesto incluso para el premio Nobel de la paz. Tócate los cojones. Y es que la historia se las trae.


Primero de todo: que conste que para mí, la intención es buena. Lo de recaudar fondos para ayudar a erradicar el hambre en Etiopía o actualmente en la zona del cuerno de Africa me parece digno de elogio. Es algo imposible, utópico, pero digno de elogio. Lo que no me parece bien son las formas. Y la ausencia de transparencia por saber dónde va a parar la recaudación. Y es que, por lo general, el dinero no suele llegar a su destino en su totalidad.

Porque veamos: Teóricamente, un concierto-festival benéfico tiene por misión recaudar fondos para la causa en cuestión. El gurú encargado contacta con los artistas, éstos van al concierto (con todos los gastos pagados, por supuesto), tocan sin cobrar ante un estadio sold-out, salen en todos los medios como salvadores de la causa (publicidad gratis), y se marchan. Entonces ¿cual es el grueso de la recaudación?. Pues los euros de las miles de personas que pagaron su entrada y llenaron el estadio, y los euros por los derechos televisivos. ¿Y los músicos?. ¿Cómo colaboran monetariamente hablando?. ¿Tocando cuatro canciones?. Eso no es colaborar. ¿No sería más justo que añadiesen a la recaudación total lo que cobrarían si el concierto no fuese benéfico?. Es lo mismo que los partidos de fútbol benéficos, en los que los jugadores echan una pachanguita gratis y unas risas, mientras el público paga religiosamente su entrada. Y luego los elogian en el Marca. Sport, As… diciendo lo solidarios que son. O esos jugadores de baloncesto que donan X dólares para tal o cual Fundación por cada punto que anotan. ¿y si no anotan ninguno? Joder, que sois multimillonarios, si verdaderamente lo sentís, mandad un cheque y dejaos de hostias.


Bueno, pues todo esto viene a cuento porque en julio me sorprendió ver en telediarios y periódicos diferentes artículos y reportajes dedicados al Live Aid. ¿Por qué no lo hicieron el año pasado que sería lo lógico (se celebraba el veinticinco aniversario)?. Misterios de la ciencia. Y allí estaba, la foto del zopenco de Bob Geldof dando de nuevo el coñazo, puño izquierdo al aire cual Che Guevara postmoderno. Y en uno de los artículos periodísticos venía una muy interesante disección del personaje que voy a compartir con vosotros:

"Se recaudaron 150 millones de libras (170 millones de dólares), y a partir de ese momento la figura de Bob Geldof empezó a subir como la espuma. Junto a Bono (otro que tal baila) comenzó una carrera como activista contra el hambre en el mundo que le llevó a entrevistarse con el Papa, Bush, o Tony Blair. Él, que se autodefinió en su momento como punk y que odiaba a los dinosaurios del rock, empezó a mezclarse con los ases del business. Comenzó a abrir negocios personales vinculados a la producción televisiva y a internet. Daba conferencias al módico precio de 60.000 euros. Combatía el hambre en el mundo viajando a todos esos países a todo lujo, tanto en vuelos como en hoteles. Fue candidato a premio Nobel de la paz (¿¿¿¿????). El “negocio” solidario hace que viva a medio camino entre su mansión de Kent, o su increíble piso de Londres. Mientras, algunas ONG’s critican que la ayuda enviada a Etiopía, contribuyó en realidad (sin que él tuviera conocimiento de ello, que conste) para que el gobierno de ese país pudiese trasladar a millones de personas al suroeste para hacer una limpieza étnica".



En el año 2005 la criatura organizó el Live 8, desconozco si por convicción, o si tenía el “síndrome de Teddy Bautista”, ya sabéis el S.D.R.O.C. más conocido como “síndrome de recaudación obsesivo-compulsivo”. Yo voto por la segunda opción, ya que el objetivo principal se publicitaba de la siguiente manera:
“a diferencia de Live Aid, la campaña Live 8 no pretendía recaudar fondos directamente, sino concienciar a las sociedades (especialmente a las de los países del G-8) y que presionasen a sus gobernantes para acabar con la pobreza”
Hay que joderse. ¿Entonces donde fue a parar la recaudación? Contó con la participación de grandes estrellas como The Who, Paul McCartney, The Cure, U2, Sting….. y decenas más entre las ocho localizaciones en las que se celebró. Y como siempre, la contradicción continua que es la vida de este hombre salió a relucir al invitar como estrellas absolutas del evento a Pink Floyd con su formación clásica. Grupo al que por cierto detestaba cuando todavía se autodenominaba punk y estaba en Boomtown Rats, pero ello no fue óbice para su interpretación de Pink en el film “The Wall” (lo único bueno que ha hecho en su carrera), papel que no quería interpretar, pero que finalmente aceptó ante la insistencia de su manager y ver la cantidad de ceros del cheque. Manda huevos, los promotores del mundo se han tirado media vida intentando reunir a Pink Floyd, y llega éste capullito de alhelí y lo consigue tras una llamada. ¿Con qué nos sorprenderá en el futuro?



viernes, 21 de octubre de 2011

Carolyn Wonderland : En la madriguera con Carolyn


Tres años nos ha tenido la cantante y guitarrista norteamericana Carolyn Bradford, alias, Carolyn Wonderland, expectantes hasta que, por fin, nos ha alegrado este mes tan atípico al ofrecernos " Peace Meal " o lo que es lo mismo, nuevas maravillas musicales plenas de Blues y Rock N Roll.
Este octavo discazo de la de Houston es un magnífico compendio de Blues-Rock, “What Good Drinkin' Do”, sonidos netamente setenteros “Victory of Flying”, “No Exeption” bellezas de sonidos absolutamente Nola, “Only God Knows When” o maravillosas versiones del más clásico Blues, “Dust My Broom”.
Os aseguro que necesitaba un disco femenino que me sedujese desde las primeras notas, de la primera canción. Dado el, para mí al menos, correcto, tirando a flojo nivel de esas cantantes e instrumentistas, maravillosas en otros discos pero que en este año no han dado sus frutos ni llegado al nivel de lo que yo, al menos, esperaba. La tristeza del "Oh California" de Beth Hart, el desvío estético de Ana Popovic, o el camino a ninguna parte en el último disco de Lucinda Williams, han sido borrados de un guitarrazo y un hermoso y poderoso alarido de la genial Carolyn Wonderland.
Este pedazo de mujer, que no y mil veces no, se parece a la mítica Janis Joplin, pues posee una personalidad y una garganta con carácter propio que llena cada canción que interpreta, es, además, una multiinstrumentista en cuyo haber técnico están la guitarra, el slide guitar, la mandolina, la trompeta y el piano. Así, se puede prodigar en sonidos Gospel, Swamp Blues, Alt-Country, Rock N Roll, Funk y New Orleans y Chicago Style. Eh, y todo ello cojonudamente interpretado y cantado con una garganta que parece no tenerle miedo a nada.
Esta MUJER, es además de una gran intérprete, un corazón de oro que colabora con las comunidades de caridad de Austin aportando el dinero de muchos conciertos para bancos de comida, refugios para los sin hogar. Además de ser una de las más fervientes luchadoras por la legalización de la Marihuana.
Doce canciones como doce amaneceres llenos de luz, Blues y Rock N Roll…y sin Jabberwookys de ningún tipo.

Carolyn Wonderland - Victory of Flying

Carolyn Wonderland - No Exeption


miércoles, 19 de octubre de 2011

Leadfinger: Declaración de intenciones


El que un grupo esté radicado, según ellos mismos, en una ciudad llamada City of Fun, ubicada en Australia, hace que uno no pueda menos que sentir curiosidad por la banda de dicho lugar, aunque la realidad apunte a Sydney y Wollongong . Si a esto le añades la escucha de sus tres discos anteriores y la maravilla que supone la misma, el enfrentarse a la última obra del prolífico Stewart Cunningham, el cual es un veterano bregado en bandas como The Yes-Men, Proton Energy Pills, Asteroid B612, Brother Brick, etc. Y que, con sus Leadfinger, ha parido la absorbente, intensa y acertada We Make the Music, es un placer para las orejas como pocos se pueden hallar.
Neil Young, Bruce Springsteen, Thin Lizzy, Warren Zevon, Big Star y Lynyrd Skynyrd son algunas de las influencias, pasadas por el tamiz del sonido Detroit, estilo MC5, y el Punk neoyorkino, que amalgaman el muro sónico que suponen las canciones de los australianos.

En esta última obra, Cunningham centra parte de sus textos en recuerdos de adolescencia y sus sueños de convertirse en una estrella del Rock caso de las canciones “Fourteen”, “The Price You Pay” y “Anthem for the Unimpressed”. Aunque la inspiración le viene a Cunningham de los lugares más insospechados como en la canción que da título al álbum donde la película Willy Wonka, la versión setentera de Gene Wilder, no la porquería del aburrido de Tim Burton, ojo, es el referente. El Swanp Blues, el poderoso PowerPop, el Rock N Roll rabioso, el sonido Stones de los setenta, todo cabe en el universo de los Leadfinger y con cada escucha, te das cuenta que estamos ante un disco soberbio. Realizado con amor por la música y por los músicos que han precedido al grupo.

Por cierto que la discográfica patria Bang Records, ha producido la versión en vinilo del disco y puedes acceder al sonido de la banda de una manera que ellos están más que felices de escuchar.
El grupo es una maravilla sonora y cada escucha hace que la banda te caiga mejor..aunque, ¿Cómo no te va a caer bien unos tíos que en su disco “The Floating Life”, con “Thin Lizzy” y en su disco “Rich Kids” con “Thin Lizzy On My Mind”, dedican sendas canciones de amor a la banda irlandesa ?

Leadfinger - The Price You Pray

Leadfinger - Fourteen


lunes, 17 de octubre de 2011

Adam Bomb: “Crazy Motherfucker”


Todavía resuenan en mi cabeza los guitarrazos del fantástico y divertidísimo show que el guitarrista norteamericano y su banda nos ofreció el pasado viernes en la sala Helldorado de Vitoria, en el que presentaba el disco que hoy nos ocupa. Todavía recuerdo su simpatía y buen rollo, su paciencia, mezclándose entre el público y pasándoselo bomba.

Lo cierto es que no pensábamos asistir, pero se produjo la excusa perfecta para acudir al concierto: los locales Super 46, unos jovenes veteranos de la escena hard rockera vasca que actuaron como teloneros. Y da la casualidad de que el guitarrista de la banda es el profesor de guitarra de Iván, jovencito seguidor de éste blog y guitar-hero en sus ratos libres, así que con esa excusa cogimos el coche y nos presentamos a hacerles una visita.


Tras la actuación de Super 46 apareció en escena el bueno de Adam Bomb. La verdad es que lo de éste tipo es digno de elogio. Ha colaborado con Lemmy, Iggy, John Paul Jones, Hanoi Rocks, ha girado con innumerables estrellas del rock, hizo una prueba para Kiss (acabaron fichando a Vinnie Vincent), ha sacado estupendos discos, y aún así sabe cual es su rol en la actualidad, y conserva la humildad para con su público. Pero una vez que se sube al escenario no hay piedad. Armado con su quemada (literalmente quemada) Gibson Les Paul, y con un petardo de fuegos artificiales adosado a la pala de la guitarra al más puro estilo Ace Frehley, comenzó su actuación. Como estabamos en primera fila, me di cuenta de un detalle que ilustra la actitud de Adam: subió al escenario, puso el volumen del Marshall al 10, y comenzó a tocar. ¿Para que andar con tonterías?. Al 10 y punto. Un sonido guarrete pero nítido. Como habla español la comunicación con el público fue particularmente divertida. “Ssssoy Adam Bomb, guitarrista amerrrricano de la puuuuuta madre…” para arrancarse con el solo del “Eruption” de Van Halen y terminar mirando al público en plan ¿veis?. En el tema “Je T’aime” nos explicó el significado del estribillo en francés, en inglés: “en iglés de disse i love you baby, Suck My Dick“, en español: “en ssspañiol se dissse te quiero baby, chupame la polla, es como comer, ¿sabes?”, y acto seguido, señalando a una chica del público: “¿tienes hambre?” para finalmente hacérnoslo cantar. Las peticiones al público (el mundo al revés, era él quien hacía peticiones a la gente) de lo más estrambóticas “Un porro, por favor”, (ante todo educación). Fue decir eso, y no parar de fumar canutos que le iba pasando el público durante toda la actuación. Vamos, todo un cachondo mental. Basó la actuación en canciones del nuevo disco, algunos highlights de su carrera, y varias versiones, mientras sacaba fuego de su guitarra, y no es una forma de hablar, fuego de verdad. Con combustible para mecheros, quemó la guitarra mientras la alzaba al público. Ahora entenderéis lo que comenté antes sobre el aspecto de su guitarra “literalmente quemada”. Por no hablar del pie de micro fluorescente, de los Marshall forrados de pequeñas bombillas, o de su correa de guitarra luminosa. El tío se lo pasó en grande, y nos lo hizo pasar en grande al público con sus personales y cañerísimas versiones de “Rock Bottom”, “Whola Lotta Rosie”, “Rock And Roll”, “Detroit Rock City”, “Let There Be Rock”, “Won’t Get Fooled Again” (impresionante), o “He Is A Woman, She Is A Man” de aquel lejano Tokyo Tapes de Scorpions, en el que el bueno de Adam se sorprendió de que un crío de la primera fila (Iván) la coreara a grito pelado. La verdad es que con Iván tuvo un particular buen rollo durante todo el concierto, le sorprendería ver por allí a semejante crío. Tan solo decir que llegó a casa con varias púas, una baqueta, un CD firmado por la banda, fotos con el grupo…..


Antes del bis, procedió a la rifa de una camiseta y dos CD’s, con unos boletos que previamente había vendido entre el público. La escena era surrealista, Mr. Bomb berreando los números desde el escenario, y como los ganadores no aparecían, los regaló entre las primeras filas, dándole a Iván el CD que comentaremos a continuación. Fueron dos horas de diversión y buen ambiente, que se sumaron al post-concierto con la banda departiendo con los asistentes, firmando lo que le pedían, sacándose fotos con quien se lo solicitaba, y despidiéndose de su gente en la puerta. Un crack.


El disco que presentaba atiende al título de “Crazy Motherfucker”, y no se me ocurre mejor título para un CD de Adam Bomb, sobre todo tras lo visto el viernes. La verdad es que conociendo al personaje, sorprende que el disco sea relativamente tranquilo. Es Hard Rock, es sucio, pero tambien hay lugar para paisajes más calmados. El disco abre con el tema que da título al disco, un tremendo Hard Rock Guns’ n’ Roseado en el que el tío hace verdaderos malabarismos con la guitarra. En “King Of The World” nos encontramos ante la primera concesión, una bonita canción semi-acústica que conecta directamente con la punkarra “Angry, Angry” escrita por… John Paul Jones!!! Supongo que será una versión libre de la original, porque cuesta creer que ésta agresión sonora la haya compuesto el bajista de Zeppelin. Tras una aplastante versión de “Let There Be Rock” se nos ofrece otro pedazo de suciedad sleazy en la tremebunda versión que se casca de “Broken” de… Bob Dylan!!! Otra tranquila acústica, “Designs Of You”, esta vez con Michael Monroe a la composición, da paso al highlight del disco: la deconstrucción que se marca del “Siete Vidas” de Antonio Flores, rebautizada como “Siete Lonchas”, cantada en español y con un estribillo antológico: “Lo siento mi vida, yo no puedo pillar algo, me paseas por la raya, siete lonchas tiene un gramo, seis lonchas me he metido, y con la última quiero hacerte un cigarro”. Memorable. Tras un extraño tema de minuto y medio lleno de ruidos y efectos, “9, 11, 2010”, termina el disco con otra composición de Mr. Bomb, un instrumental machacón y heavy como el infierno llamado “Zoll”, que te deja con ganas de repetir, y es que lo bueno del disco es que dura lo justo para no cansar. En fin,éste trabajo no va a cambiar el curso de la historia, pero que en la era digital sigan saliendo discos como éste, sigan girando artistas como éste, y encima acuda gente a sus conciertos (aunque seamos pocos), es toda una bendición. Desde luego, si vuelve por aquí cerca, yo no me lo perderé. “Siete lonchas tiene un graaamoooooo……..”


Adam Bomb - Siete Lonchas






viernes, 14 de octubre de 2011

Leeroy Stagger: El Triunfo De La Emoción


Necesito canciones. Necesito escuchar el tintineo de esa llave que abre la puerta de mi emoción y me deja notas y palabras y ese algo mágico que no soy capaz de definir.

Es por ello que me siento un privilegiado al poder disponer de las canciones que el canadiense Leeroy Stagger ha sacado al mercado, relativamente hace poco tiempo, en un álbum maravilloso titulado: “Little Victories” Trece canciones que se mueven con destreza por los sonidos del Alt-Country, el Americana, el Indie , el Blues Rural, magnifica su “Holy Water” y ese algo indefinido del que he hablado antes y que hace que uno se quede enganchado.

Y no sólo por las composiciones musicales si no por el elevado nivel literario de que el de la Columbia Británica hace gala. Te escuchas atentamente la letra de “Everyone's On Drugs” o la acidisima “Poor Little Rock Star” y te fijas en que, mira por donde, a veces, otros se fijan en las mismas cosas que tú.
Sólo por el pedazo de Rock N Roll, magnifico y contundente, se nota cuando las cosas están hechas con corazón, de “I Believe In Love”, ya merece la pena prestarle atención al álbum. Aunque, os aseguro, que en los trece temas del disco, hay música para maravillar. Cosa que lleva haciendo desde su primer EP del 2002 y fue puliendo y afinando en sus distintos discos. Muy recomendable su anterior obra: “Everything Is Real ” del 2009.
Y es que monstruos y monstruas, no sólo de australianos vive este Blog.

Leeroy Stagger - Sit Around The House

Leeroy Stagger - Everyone's On Drugs


miércoles, 12 de octubre de 2011

Marcus Foster: El Comienzo Del Camino


El británico Marcus Foster acaba de sacar al mercado su primer álbum: Nameless Path. Tras un EP de nombre Tumble Down y el Single: Rushes & Reeds , Foster crea trece canciones(si cuentas el bonus track) y ya ha cumplido ese sueño que, supuestamente le obsesionaba desde niño; tener un disco con su nombre en las tiendas.
El chaval de veinticuatro años, protegido por los Munford And Sons (de hecho, su disco se edita a través de Comunnion Records, el sello del tecladista Ben Lovett)ha creado una colección de canciones que marca un camino sugerente y, con suerte lleno de buenas intenciones y creatividad.
Lo que interesa, que es su música; es un compendio de Soul-Folk y Americana de orígenes netamente setenteros en donde prima la voz de Foster, poderosa y rasgada. Como si sus cuerdas vocales hubieran tenido unos minutos en una hormigonera y hubiesen sido puestas a secar al frio aire inglés.
Lo triste de este debut es que el nombre del músico está saliendo en los medios por ser amigo de un tal Robert Pattinson, que es un artorcillo de pelis de adolescentes y que la actriz Kristen Stewart, otra que tal, salga en un video-clip. Argumentareis, yo al menos lo hago, que, si esto sucede es porque el tipo quiere. Y es verdad, pero con la edad que tiene, equivocarse está justificado. Lo que encabrona es que los medios primen las vísceras informativas a las musicales. Y, de esto, afortunadamente, Nameless Path está sobrado. “Movement”, la muy New Orleans “Faint Stir_Of_Madness”, “Old Birch_Tree” o la absorbente “The Room”, dan Buena cuenta del talento, aún por desarrollar, creo yo del inglés.
Un buen comienzo para un músico prometedor.

Marcus Foster - Old Birch Tree

Marcus Foster - Faint Stir Of Madness


lunes, 10 de octubre de 2011

LED ZEPPELIN: In Through The Out Door ¿el peor disco de la historia?


Damas y Caballeros, hoy les presento uno de los discos más odiados, vilipendiados, criticados, ultrajados, subestimados, e insultados de la historia del rock. Es habitual leer críticas de éste trabajo con puntuaciones que oscilan entre el 1 y el 2 sobre 10. Estoy acostrumbrado a, cada vez que sale la conversación, escuchar a la gente echar pestes de éste disco, calificándolo como lo peor de Led Zeppelin grabó. A mí me han llegado a decir que el álbum póstumo “Coda” es mejor que éste (¿¿??), y el tipo se quedó tan ancho. Es habitual que la mayoría de críticos califiquen una canción como “Carouselambra” como basura. Que carguen contra el sonido de sintetizadores que John Paul Jones se sacó de la manga. Que se rían de canciones como “Fool In The Rain” o “South Bound Saurez”, y a su vez alaben canciones como la infame D’yer Mak’er del album “Houses Of The Holy” que, esta sí, les parece memorable. No estoy inventándome nada, todo ésto (y mucho más) lo he leído buceando por la red. Y ha llegado el momento de decir basta, y reivindicar un buen trabajo (que lo es) de la banda más grande que ha habido.


En aquella época la nave estaba varada. Robert Plant estaba hundido por el fallecimiento de su hijo. Jimi Page estaba metido hasta el cuello en la heroína y la bebida. El grado de alcoholismo de John Bonham era más que preocupante. Así que el mando de la nave lo tomó John Paul Jones que fue quien compuso la practica totalidad del álbum. El uso de sintetizadores y el paso del sonido de guitarras a un segundo plano es lo que los detractores del disco argumentan en sus críticas. Pero no nos engañemos, la música que aquí se escucha es rock. Sinfónico en ocasiones (“Carouselambra”), heavy metal en otras (“In The Evening”), atmosférica en según que momentos (“All My Love”, “I’m Gonna Crawl”), e incluso country-rock eléctrico (“Hot Dog”).

Especial mención a la portada, una de las ideas más originales que he visto dentro del mundo del diseño gráfico. Fue obra de la mítica compañía de diseño Hipgnosis, y se presentaba con una funda de papel marrón de embalar con el título impreso como si fuera un matasellos. Dentro del embalaje estaba la portada en sí, que no sabías cual iba a ser. Y digo que no lo sabías porque se hicieron seis portadas diferentes de una misma imagen y las embalaron al azar, así que no sabías cual te iba a tocar hasta que no desenfundabas el disco. La imagen es la de un hombre sentado en el taburete de un viejo pub, quemando una tarjeta con el mechero apoyado en la barra, y seis personas alrededor que observan, todo ello con una especie de “barrido”, como si con un paño le hubieramos quitado el polvo a la carpeta. Pues bien, las seis imágenes son la visión que cada una de esas seis personas que están en el pub tienen de la misma acción, es tal la coordinación que parece que las seis fotografías se hubieran hecho a la vez (algo imposible), y es que por mucho que te esfuerces no encuentras ningún fallo en el posado. Y al comprarlo no sabías cual de las seis te iba a tocar. Una idea brillante y original.



Pues bien, en resumidas cuentas, para mí éste disco no es la basura que me cuentan por ahí. Por supuesto no es posible compararlo con sus grandes obras, pero es un disco totalmente válido y que, en mi opinión, aguanta bien el paso del tiempo. De hecho en éstos momentos lo estoy escuchando y suena de maravilla. A continuación unas cuantas razones por las que, a mi entender, “In Through The Out Door” no es la mierda pinchada en un palo que me intentan vender:

- Porque éste es el último disco en el que se puede escuchar a Bonzo en acción.
- Porque contiene “Carouselambra” una canción totalmente subestimada, con un John Bonham ejerciendo de metrónomo, y un Jonesy demostrando que los sintetizadores utilizados con cabeza y con gusto son perfectamente útiles.
- Porque fue la excusa perfecta para salir de gira y participar en el legendario festival de Knebworth dando un show para la historia.
- Porque contiene “In The Evening” una de las mejores canciones de Led Zeppelin.
- Porque contiene uno de los mejores solos de guitarra de la discografía de Zeppelin, en la canción “Fool In The Rain”.
- Por su portada (o sus portadas), una brillante idea.
- Porque contiene “I’m Gonna Crawl”, última canción del disco. No hay mejor despedida que esa para una carrera legendaria.
- Pero sobretodo porque fue el primer vinilo que compré, y eso es irrepetible.


Led Zeppelin - Fool in the Rain

Led Zeppelin - Carouselambra


viernes, 7 de octubre de 2011

Treetop Flyers: El Viento Entre Los Arboles



Reid Morrison, Sam Beer, Tomer Danan, Laurie Sherman y Matthew Starritt son Treetop Flyers. Una agradable sorpresa venida del South West londinense que nos retrotrae a sonidos de finales de los sesenta y los primerísimos setenta. Las músicas que gente como Crosby, Stills, Nash y Young, The Mamas And The Papas, todo ese sonido que realizaron británicos como John Martyn, Nick Drake el escocés Donovan y aquello que se llamó sonido Canterbury. Incluso podríamos decir que hay un guiño a los Carpenters.

Con estos mimbres, es evidente que la calidad de la obra musical es algo presupuesto y en el caso de los de Londres, algo constatado en todas las canciones de, sus hasta ahora, dos únicos EPs. Titulados “To Bury the Past” del año 2009 y el novísimo “Things Will Change”.Cinco maravillas en el del 2009 y cuatro canciones en el último. Casi un LP entre ambas obras, que sabe a poco y le hace a uno desear más canciones como “Long Cold Winter”, “Rose Is In The Yard” o “It´s About time”.

Un cantante soberbio, unos coros maravillosos y una sensibilidad hacia los sonidos más acústicos y embriagadores.La única pega, como ya os había dicho, es que las nueve canciones saben a poco. Hecho este que, espero, solventen enseguida con la creación de un flamante primer álbum.



Tretop Flyers - Long Cold Winter

Tretop Flyers - Rose Is In The Yard


miércoles, 5 de octubre de 2011

Jon Allen: Atardeceres En Albión


Segundo y maravilloso disco del británico Jon Allen. Tras su genial “Dead Man Suit” de Enero de 2009, Saca al mercado este “Sweet defeat” que me tiene subyugado y obliga a ponerme el disco una y otra vez.
El de Winchester camina en su segunda obra hacia sonidos más cercanos al imaginario que autores como Cat Stevens o Nick Drake sin olvidar que la influencia norteamericana en los sonidos de Allen permanece intacta y se deja escuchar en canciones maravillosas como “Lucky I Guess”, “Joanna” o “No One Gets Out of Here Alive”. Tres ejemplos de las once canciones geniales que Jon Allen ha plasmado en este álbum que, desgraciadamente, a mi juicio, ha quedado injustamente ignorado.
La música que Allen lleva creando en estos años posee un algo de crepuscular, de día declinando, una dulzura y un dolor amable que hace que cada canción se te pegue a la piel. Se te abrace al alma y se aferre al sentimiento y a la emoción. Las cuales, también, destila la voz del británico. Con ese acento cercano al mejor y más querido Rod Stewart de los setenta.
Sé que hay cantantes y grupos más llamativos y afianzables en el imaginario popular. Pero os aseguro que os resultará un rotundo y afortunado placer si le dais la oportunidad a este magnífico cantante y compositor inglés que ha parido un discazo tan adictivo como esta “Dulce Derrota”

Jon Allen-Joanna

Jon Allen-Sweet Defeat


lunes, 3 de octubre de 2011

BIRD : El último vuelo de Charlie Parker


Reconozco que no me gustan las películas musicales biográficas. Por lo general la historia no se ajusta a la realidad, las interpretaciones me parecen pésimas, los guiones se exageran (en especial los datos escabrosos), o se inventan situaciones que nunca ocurrieron. Así que me tomó un tiempo decidirme a ver esta peli. Estaba disponible en la biblioteca pública, y sólamente me animé a cogerla al ver que estaba dirigida por el gran Clint Eastwood. Antes de eso yo no tenía ni idea de su existencia, me encanta el trabajo de Eastwood, pero no soy un estudioso de su obra, no me sé de memoria toda su filmografía ni mucho menos, por lo que eso de Bird me sonaba a aquella película de Alan Parker en la que un tío cree ser un pájaro. Birdy, creo que es su título. Pues eso, que a mí las películas de Clint Eastwood siempre me han gustado, y ésta, a pesar de pertenecer a un subgénero tan terrible para mí como el “biopic”, no es una excepción. Además, hacía tiempo que quería hacerle mi pequeño homenaje a éste viejo gruñón. Quizás el último gran personaje del cine clásico.

No es ningún secreto que Clint Easwood es un apasionado del Jazz. Así que, para él, embarcarse en éste proyecto fue como una bendición. La película se desarrolla en continuos saltos en el tiempo, como las piezas de un puzzle, con el primer plano de un misterioso platillo de batería que surca el aire como nexo de unión entre varias escenas (en un momento dado nos enteramos de donde sale dicho platillo y el motivo por el que ha sido lanzado al aire).


Si nos paramos a pensar, la historia en sí no es muy complicada de contar. Se trata del auge y la caída de un increíble músico envuelto en un clima de autodestrucción tal que lo convirtió en una piltrafa, a la vez que en una leyenda una vez muerto, algo para lo que estaba predestinado. La vida y muerte de un genio que fue el modelo para generaciones posteriores a la hora de entender el Jazz. Por otra parte nada nuevo bajo el sol dentro el mundillo musical, podríamos estar hablando de Jim Morrison, Janis Joplin, o Jimi Hendrix, y la la historia sería la misma. Pero en ésta película lo verdaderamente importante es cómo se cuentan las cosas, y no lo que se cuenta. Clint Eastwood huye de la sensiblería en la que seguramente hubiera caído cualquier otro director, así como del sensacionalismo. Aquí lo que predomina es la dureza de la historia y la oscuridad del personaje, perfectamente definido en la penumbra en la que se desarrolla la mayor parte de la película, entre clubes humeantes de Jazz, habitaciones de hotel sin apenas luz, la vida nocturna en las calles de la ciudad, o la búsqueda de la dosis diaria en esos callejones oscuros…. Algo por otra parte típico en la filmografía de Clint Eastwood, sólo hay que acordarse de otras películas del director en las que la oscuridad está presente en muchísimas escenas, cuando no en el propio concepto de la película. En especial en films como Mystic River, Escalofrío En La Noche, Million Dollar Baby (aquel gimnasio de boxeo casi siempre en penumbra…), los densos westerns Sin Perdón, Joe Kidd, Infierno De Cobardes, El Jinete Pálido o El Fuera De La Ley (The Outlaw). En todas ellas las escenas de interiores están rodadas con escasa iluminación, o en una oscuridad casi total.

El difícil papel protagonista recayó en un actor semidesconocido en aquellos años, Forrest Whitaker, que sencillamente lo bordó. Es tan creíble su interpretación, que te crees su sufrimiento corporal, el mono de heroína, e incluso en las escenas musicales no dudas de que es verdaderamente el actor quien está tocando el saxofón, y sin darte cuenta ves que tus pies están siguiendo el ritmo. Parece estar realmente poseído por el espíritu de Charlie Parker. En un principio se consideró a Richard Pryor para el papel, personaje problemático como pocos, pero Whitaker se llevó el gato al agua acertando de pleno en la elección final, y demostrando con los años el gran actor que es. Hay incluso momentos para el buen humor, como lo que acontece durante esa gira que Parker y su banda hacen por la América profunda tocando en viejos graneros llenos de gente borracha, un poco de relajación entre tanto sufrimiento.


Otro detalle importante es la sutileza del director a la hora de tratar el complicado mundo de la heroína. No se muestra un solo pinchazo en todo el film, pero se intuye. No hace falta, todo está mostrado en pequeños detalles de la escena de los que a veces ni te das cuenta, como las jeringuillas que descansan sobre la mesa, los sudores y temblores precursores del mono que sufre Parker incluso cuando está tocando el saxo, o el detalle de la corbata arrugada que viene a demostrar que ha sido utilizada para algo más que como una prenda meramente decorativa.

Pues bien, Bird es todo eso y mucho más. Una gran película (tal vez la mejor película sobre Jazz jamás filmada), una buenísima historia, y una estupenda dirección de éste mito viviente, vilipendiado por la crítica durante muchos años, personaje de culto durante otros tantos, y amado en la actualidad por los mismos críticos de antes como si fuera el salvador del cine clásico (que lo es). El gran Clint Eastwood.

Charlie Parker - Bloomdido

Charlie Parker - Confirmation