lunes, 28 de febrero de 2011

Motörhead “The Wörld Is Yours”


Bien, pues aquí tenemos el nuevo disco de Motorhead. ¿Cómo podríamos dedicar una pequeña reseña a lo que éste álbum contiene? Muy sencillo, podríamos coger una de esas plantillas genéricas que tanto gustan a ciertas revistas y decir algo así como: “Esto no es más que lo mismo de siempre, una banda estancada en su sonido y que nos ofrece el mismo y sucio rock duro que lleva haciendo toda la vida, y bla, bla, bla…”. Poner el listado de las canciones, y voilá, crónica hecha. La misma crónica que después leo en cualquier periódico, revista, suplemento semanal, o en internet escrita por gente sin ningún tipo de pasión por éstos sonidos, gente que ni siente ni padece, y que hacen de su trabajo un encargo.

Pero no, yo no voy a caer en esa trampa. Entre otras cosas porque a mí Motorhead me parece una de las bandas fundamentales de la historia. Aunque sea solamente por dar otra visión, muy personal, de éste tipo de música al que llamamos rock. Sin tonterías, sin arreglos innecesarios, directo a tu cara. Muchas de sus canciones podrían haberse convertido en éxitos con los arreglos oportunos interpretadas por otro tipo de gente. Pero no sería lo mismo. Ellos son capaces de tocar cualquier canción que se os ocurra, y acabará sonando a Motorhead. La tremenda pegada de Mikkey Dee, la guitarra simple y efectiva de Phil Campbell… Ellos y cualquier otro componente de la banda que en algún momento u otro haya acompañado al bueno de Lemmy, son conscientes de lo que se espera de éste grupo, su filosofía, y lo han llevado hasta el final.


Lo que ésta vez nos encontramos es lo que yo llamaría un repaso a toda su carrera en un solo disco. O más bien un reflejo de lo que su carrera ha sido condensado en un puñado de canciones. Un comienzo demoledor, como en los viejos tiempos, que no tiene nada que envidiar a discos clásicos como Overkill, Bomber, o Ace Of Spades. Dos canciones, “Born To Lose” y “I Know How To Die”, grandiosas que no hubieran desentonado en esa época, unos riffs potentísimos y un sonido espectacular. De lo mejor que han hecho en mucho tiempo. Un pequeño bajón hacia la mitad del disco (como les ocurrió en los 90), con canciones un poco menos inspiradas, riffs esta vez sí, ya escuchados en muchas otras canciones, “Waiting For The Snake” (que no está nada mal), la aburrida “Brotherhood Of Man” (una especie de Orgasmatron del siglo XXI), o “Outlaw” (escuchada mil veces). Calificarlas de relleno no sería descabellado. De hecho a mí me parecen relleno. Y por último, en éste trayecto por su historia, estaría el repunte de su carrera ya en el nuevo siglo, con canciones mucho mas rockanroleras, y que tienen aquí su ejemplo en las cañeras “Get Back In Line”, “I Know What You Need”, o las apoteósicas, y sin duda las más divertidas del disco, “Bye Bye Bitch Bye Bye” y “Rock n Roll Music”, ésta última un cruce bastardo entre AC/DC y Sex Pistols, con un largo estribillo ideal para berrear, Guinness en mano, en un pub inglés antes (o después) del partido de fútbol del domingo.
En definitiva, que a mí me parece un gran disco, en el que podemos catar de todo un poco. ¿Qué es más de los mismo? Pues posiblemente sí, pero a veces hacer siempre lo mismo y que resulte convincente requiere una buena dosis de arte. Hay que ser un artista en lo suyo. De lo contrario el mundo estaría lleno de clones de Ramones, AC/DC, o Motorhead, y no es el caso. Como dice Lemmy al salir al escenario: “We are Motorhead, and we play rock & roll”. Pues eso.

viernes, 25 de febrero de 2011

Pokey Lafarge & The South City Three "Orgullo y tradición"


Hace años me compraba vinilos que después grababa en cintas de casette, para mí y para mi amigo que disfrutaba de discos que, tal vez no hubiera escuchado. Ahora me descargo discos de tiendas de música ubicadas en los Estados Unidos, el Reino Unido o Japón. Todo es evolución y caminos inimaginables diez años atrás. Es en estos momentos de vértigo cuando viene bien una dosis de historia, de raíz profunda y poderosa. De ese lugar asfaltado de canciones y recuerdos que, generaciones atrás, fundamentaron todo lo que ahora amas, todo lo que hace que tú sientas y vibres con esa magia llamada música.
Hace un par de años releí esa maravilla literaria llamada Ragtime del escritor norteamericano E.L.Doctorow. En él, el autor describía con maestría los Estados Unidos de principios del siglo veinte. Todo lo que la política, la sociedad, todo lo que la cultura de un país iba desarrollando y fundamentando para, en el caso de la música y años después, daría pie para el nacimiento de todo lo que ahora tú y yo amamos.
Y es que, todo esto que nos hace vibrar tiene un origen. Y a este origen rinde tributo Pokey Lafarge y su banda The South City Three.
Pokey es un chaval de veintiséis años que ha soñado con vidas vividas hace más de un siglo. Mundos ya desaparecidos en donde la supervivencia de músicos en plena depresión, de trabajadores que se rompían el alma por una puta miseria, de negros que malmorian, ni siquiera malvivían, de mujeres sin derecho a ser ciudadanas y mucho menos, votar, de un mundo que quedaba boquiabierto con el cine, con la aviación, con la telefonía, tenia como banda sonora una música a la cual Pokey Lafarge rinde tributo con cariño, con respeto y mucha pasión.
Lo primero que me llamó la atención de la banda fue el convencimiento que sus miembros tienen de lo que hacen. Su estética es un puro remedo de aquellas añejas fotos de principios del siglo veinte, que tanto ama el dibujante Robert Crumb y deja plasmados en sus comics. Pero no sólo es imagen lo que Lafarge y su banda ofrece. Sus sonidos enroscan de manera admirable todo una amalgama de músicas que van desde el Bluegrass, al Jazz primitivo, del sombrío sonido del Ragtime de prostíbulos, a las canciones de los trovadores del Country que aún portaban Colts al cinto, y ese Blues rural que en los campos de algodón del Delta era cantado como bálsamo para que una vida de mierda fuese más soportable.
Lafarge dice que no toca para divertir a la gente sino que está en una misión destinada a recuperar un sonido y un amor por ese sonido lo que, en consecuencia, devendrá en una manera de ver la vida y vivirla radicalmente distinta a esta que estamos viviendo. Espero que tenga suerte en su cometido aunque estoy en desacuerdo respecto de su aseveración del no divertir a la gente con su música. Porque si algo posee la música de Pokey Lafarge y The South City Three, es diversión. Sonrisas de satisfacción por crear una música tan visceral, tan llena de alma y cariño por los días teñidos en sepia.
Los sonidos de la banda rinden tributo a autores como Blind Boy Fuller, Jimmie Rodgers, Bob Willis o Scott Joplin.
Olvídate de sonidos eléctricos y distorsión las doce canciones de este “Riverboat Soul” están interpretadas con harmónicas, kazoos (la trompetilla de feria), contrabajos, guitarras tradicionales, guitjos (un banjo de seis cuerdas mezcla de guitarra y banjo también conocido por banjitar) o tablas de lavar.
Damas y caballeros, bienvenidos a la música del siglo diecinueve y principios del veinte 2.0



miércoles, 23 de febrero de 2011

John Waite "El último guiño del diablo gentil"


Con cincuenta y ocho años, en cuatro meses ya, cincuenta y nueve. Se podría decir que John Waite ha visto de todo y vivido lo suficiente como para que esa languidez, casi ineludible, se apodere de uno y lo empuje esos balnearios de lo predecible, cómodo y aburrido donde inevitablemente terminamos todos o casi todos.
Por fortuna, el de Lancanshire aviva en su interior un fuego compulsivo por crear y, si puede, sorprender a los escuchantes de su ya extensa obra musical; reinventándose o, como mínimo, reconduciendo estilos y esquemas compositivos que, al menos, obligue a todo aquel que se acerque a sus canciones a prestarle unos minutos de atención y a escuchar, además de a oir.
Y la verdad es que este “Rough & Tumble” lo consigue. Y no sólo eso sino que tambien emociona y, gratamente, sorprende por partida doble. Primero por la calidad indiscutible del disco y segundo, por la novedad compositiva de las canciones. Ausente en Waite desde hace demasiados años.
En alguna entrevista anterior a la salida del álbum, Waite preconizaba al respecto del sonido de su futuro disco señalando un estilo más directo e incisivo en el desarrollo de las canciones y un acercamiento a un sonido más de banda y con unas fechas claras en su cabeza: 1968 a 1970. El cantante quería ese eco sonoro que grupos como Mott The Hoople o Free desarrollaron en aquellos años. Esa elegancia que cogía de la mano el Rock n Roll crudo y se envolvía en contundencia y, porque no, cierta altivez estética.
Después de más de treinta y seis años de carrera musical Waite conserva la necesidad de ser creativo y mantenerse fresco en lo compositivo. Habida cuenta del talento artístico irrefutable del inglés que canta de manera magnífica y suena fresco y joven en cada canción. Y, aunque contribuya el hecho de haberse rodeado de autores veinteañeros como parte de la banda Matchbox 20, Waite es capaz de insuflar esa frescura, ese deseo a chavales que quieren comerse el mundo con la arrogancia que la edad les da.
El talento de John Waite como cantante es algo fuera de discusión, posee ese algo que ahora no es fácil de encontrar y que gente como Phil Mogg, Paul Rodgers o Glenn Hughes destilan por cada poro de su cuerpo. Si escuchas el inicio del disco de Waite y escuchas “Rough & Tumble” lo entenderás. Es puro Free. Un tema desnudo, poderoso hipnótico.
El ex –Babys se pasea por distintos estilos conforme se va desarrollando el disco con esa fluidez que le dan los años de carrera. “Shadows Of Love” y “Evil” caminan por sonidos AOR o Soul Rock siendo la segunda perfecta para que el mítico cantante y bajista de los Purple la cantase sin ningún problema; pasados por el tamiz de Waite. Baladas como “If You Ever Get Lonely”, o el segundo bonus track “Hanging Tree”, el cual unido a ese magnifico medio tiempo, a caballo entre el Soul y la balada teñida de Blues que es “Love´s Going Out Of Style” da muestra del talento de Waite.
Y no sólo en las canciones propias hay muestras del buen hacer del de Lancanshire, sino en las versiones que ejecuta a la perfección. La magnifica “Rhode Island Red” cover de Ike y Tina Turner, composición, sobre todo, de la dama, que el músico escuchó en un disco en directo de la pareja en su juventud y que, al final ha podido recrear con gloriosos resultados, y “Further The Sky” tema del grupo Gabe Dixon Band. E incluso, se permite el lujo de versionearse a sí mismo en el primer bonus track con “Mr. Wonderful” canción de su disco “Ignition” de 1982.
Sonidos de todo estilo y condición interpretados con una calidad y un talento inigualable por un “joven” caballero inglés de cincuenta y ocho años que, afortunadamente, aún tiene cuerda para rato.

John Waite - Rough & Tumble

John Waite - Sweet Rhode Island Red

John Waite - Better Of Gone

lunes, 21 de febrero de 2011

GREGG ALLMAN “Low Country Blues”: Un “OOPART” en pleno siglo XXI


Hace poco estaba en un bar tomando una cervecita y hojeando una revista que había por allí, una de esas de misterios y platillos volantes y cosas así, y me encontré con un artículo en el que se mencionaban los “ooparts”, que es como los gurús de la ufología, el misterio, y la pseudociencia denominan a los “objetos fuera de lugar”. Por ejemplo: presuntas pisadas humanas petrificadas halladas en yacimientos de dinosaurios, cráneos de animales prehistóricos agujereados por lo que supuestamente parecen agujeros de bala, o el hallazgo de lo que parece ser un reloj en una galera romana, reloj que seguramente se le cayó al agua hace años a algún turista despistado. Por supuesto yo no creo en esas chuminadas…..

…..hasta que cayó en mis manos el nuevo disco de Gregg Allman y comencé a cuestionarme si eso de los “ooparts” era real o no. Porque éste disco es precisamente eso: un objeto fuera de su tiempo, musicalmente hablando, algo parecido a lo que ha ocurrido con el último de Nick Curran & The Lowlifes. Un disco editado en 2011 y que tranquilamente podría haber sido un éxito varias décadas atrás. Un gran sonido, denso, que te transporta imaginariamente a aquellos viejos estudios de grabación del sur de EEUU, rodeados de campos de maíz, y donde los padres del blues grababan aquellas grandes canciones bien regadas de bourbon. Bourbon que por otra parte ésta vez no ha servido de inspiración para Gregg, ya que tras haber sido diagnosticado de hepatitis C crónica, finalmente fue intervenido quirúrgicamente para un trasplante de hígado en junio de 2010, justamente cuando tenía en mente publicar éste disco.
“Lo que no te mata te hace más fuerte” dice el refrán, así que tras superar con éxito la intervención, nos iba a demostrar que seguía vivito y coleando, y para probarlo se rodeó de lo mejor para éste proyecto: El legendario productor y músico T Bonne Burnett, el increíble Doyle Bramhall II a la slide-guitar (integrante de la actual banda de Eric Clapton), la estupenda sección rítmica, o el gran (en todos los sentidos) Warren Haynes colaborando con Allman en “Just Another Ride”, la única canción original del disco, ya que el resto son versiones de blues. No se por qué, pero al escuchar algunas de estas canciones me viene a la mente la divertida película “Oh, Brother!” de los hermanos Cohen, supongo que la habréis visto, con sus cruces de caminos, el KKK, Robert Johnson, los atracadores de bancos y los presos atados con cadenas y cantando mientras pican piedra a ambos lados del camino. Y me viene a la cabeza ya que éste disco podría haber sido una magnífica banda sonora para algunos pasajes de esa película. En especial el comienzo del álbum, con esos cuatro blues oscuros y arrastrados: “Floating Bridges”, “Little By Little”, “Devil Got My Woman” y “I Can’t Be Satisfied”, que junto con “I Believe I’ll Go Back Home” y la hipnótica “Rolling Stone” que cierra el disco, podrían haber servido de fondo musical para las peripecias de los tres fugitivos de “Oh, Brother!”. En fin, no sé, a mí así me lo parece.
“Tears, Tears, Tears”, “My Love Is Your Love”, “Checking On My Baby”….., secciones de viento, coros femeninos, sonidos de New Orleans, órgano Hammond, blues de taberna. El momento cumbre: “Blind Man” de Bobby Bland, que si bien es un artista desconocido para mí, la visión que el viejo Gregg nos ofrece de ésta canción es algo digno de escuchar. El único tema diferente a la tónica general es “Just Another Ride”, una gran canción compuesta junto a Warren Haynes, pero que desentona un poco con el concepto general del disco, en mi opinión suena demasiado a Gov’t Mule.

Posiblemente sea el mejor album de lo que llevamos de año, y un serio candidato a mejor disco de 2011. Imaginad que alguien haya permanecido incomunicado durante los últimos 50 años, y le pongan este disco como ejemplo de la música que se hace en la actualidad. No iba a encontrar diferencia aparente. Ahora solo queda esperar que nos ofrezca su maestría en el próximo Azkena, y que no tarde otros catorce años en publicar nuevo material en solitario. Aunque la espera haya valido la pena.



viernes, 18 de febrero de 2011

Lukas Nelson & Promise Of The Real "Hasta luego Lukas, vuelve pronto"


Dicen que existe la envidia sana. Yo la verdad tengo mis dudas. Somos una especie rencorosa y, en muchas ocasiones, mediocre que, si no puede tener lo que desea, prefiere que ese otro, tampoco lo tenga. Todo esto viene al respecto de mi absoluta envidia por este mocoso de 22 años que, al dato: Canta, compone, toca la guitarra y ha sacado un discazo con título homónimo. Pero si esto no fuera suficiente, te vas enterando que al chaval le regalaron su primera guitarra a los doce años y no sólo esto sino que fue su propio padre el que le enseñó los acordes, más tarde estudiaría música en la Loyola Marimount University de Los Ángeles.
El muchacho decidió vivir la vida real sin el anclaje económico de los padres y deambuló por ciudades tocando la guitarra en las calles y viviendo en una furgoneta, fundamentando todos esos días bajo el prisma de la lectura de Siddharta del gran Herman Hess. Estos días darían como resultado el nombre de la banda. Una vida de humildad, de realidad de aceptación de las cosas.
La envidia persiste en mi percepción del chico este. Estuvo viendo a su más tierna edad, conciertos de los Highwaymen, si no sabes quienes eran, échale un vistazo a la actual “biblioteca alejandrina” de wikipedia y asómbrate. Lukas tocó en una banda de Hard Rock, llamada Kalice, ¡a los nueve años!, en una banda de Reggae a los quince, Harmonic Tribe y una banda con su hermano Micah, 40 points. Y todo esto antes de estudiar música en la universidad.
La continúa escucha de guitarristas como Mike Bloomfield, Albert King, Jimi Hendrix o Stevie Ray Vaughan fundamentaron la base estilística del chico que uno puede apreciar en cada tema de este disco que Lukas y su banda grabaron entre el otoño e invierno del año pasado en la ciudad de Austin, cuyo microclima musical es, de por sí, un plus para toda gran obra. Y ésta lo es. ¿Y que tiene el disco para ser todo esto que digo? Música, música en toda la grandeza de su palabra. Country-Rock, Rock-Blues, esa mezcolanza entre el Rock y los sonidos latinos que bordó, en su momento, Carlos Santana.
El amor por la música que Lukas profesa se extiende en sus notas en sus letras en su interpretación de la obra que, evidentemente, ama. Para lograr que todo esto sea digerible por todo aquel que tenga a bien pararse a escucharlo, Lukas se rodea de una banda de una capacidad interpretativa fuera de duda. Antonhy Logerfo a la batería, Tato Melgar a la percusión, Cory McCormick al bajo, John Avila, tambien al bajo. Y es que al parecer los de las cuatro cuerdas son intercambiables. Uno y otro son ruedas de repuesto musical. Lukas a la voz y guitarra junto con su hermano Micah, que se ocupa del arte del álbum y al cual incluyen como sexto miembro del grupo, completan la banda.
Lukas comenta al respecto del disco:”El disco me hace sentirme bien. Y me convence el porqué de ser músico. La idea de transmitir alegría a los corazones de la gente de hacer que, por un momento haya una sonrisa y un momento de dicha es un logro que quiero perseguir”
Hablar es fácil, así que, lo mejor seria que dejase de hablar y os diera la oportunidad de sumergiros en este genial inicio de algo que, deseo sea sólo el principio de una banda llena de promesas de buena música y corazón.
¡Ah!, se me olvidaba, como anécdota curiosa. El chaval es hijo del músico norteamericano Willie Nelson. El cual colabora en el álbum de su retoño en el cover “Peaceful Solution” que Lukas hace de su padre.

PD: En el posteo del viernes, por las prisas y por no repasar el artículo que teniamos escrito dos dias antes, olvidamos mencionar que este magnífico álbum, fue extraido del maravilloso blog Sed de Música al cual agradecemos tanta y tan buena música y pedimos perdón por el error.

Lukas Nelson & Promise Of The Real - Four Letter Word

Lukas Nelson & Promise Of The Real - Fathers And Mothers


miércoles, 16 de febrero de 2011

Ted Russell Kamp "Canciones de la tierra"


No se si Shooter Jennings estará nervioso tras escuchar este magnifico nuevo disco del que, hasta hoy, es bajista de la banda del arriba mencionado: los 357, pero yo, en su lugar, empezaría a temblar. Si tenemos en cuenta que su penúltimo álbum. “The Wolf” era más bien correcto, tirando a mediocre y que su último disco: Black Ribbons es, desde mi punto de vista, un truño inenarrable, el oír como su asalariado Ted Russell Kamp es capaz de crear un tercer disco pleno de talento que no desmerece en nada comparados con su primer disco:”Divisadero” y el genial “Poor Man´s Paradise” que precede a este genial:”Get Back To The Land”.
Trece canciones que dan buena cuenta de la capacidad compositiva que el de Hudson River es capaz de tener. Rock n Roll, Americana y Roots aderezado con sonidos que el compositor ha tomado de Nueva Orleáns, y el Soul de Kansas. Si se compara esta última obra con “Poor Man´s”, más orientado al sonido de un Bruce Springsteen, en este “Get Back” las canciones se orientan a músicas con estructuras más enraizadas en estilos más añejos a los cuales les han imprimido una estética cercana al Rock y al Pop que le hace sonar fresco y lleno de energía.
“California Wildflower”, “(Down At The) Seventh Heaven” o la canción que da titulo al álbum, un verdadero recital de cómo se puede reinventar lo que ya es centenario sin que, por ello, suene añejo o aburrido.
Hay veces que hay que hablar y otras que, como en el caso de este magnifico “Get Back To The Land”, sus canciones dicen mucho más, y mejor, de lo que yo soy capaz.
Que ustedes disfruten el talento, el cariño por la música y la sencillez y humildad de un gran autor.

Ted Russell Kamp - Get Back to The Land

Ted Russell Kamp - Right As Rain


lunes, 14 de febrero de 2011

Fringe "La imaginación es poder"


¿No has fantaseado nunca con la idea de cómo serias tú y como seria tu vida si las condiciones de ésta y la realidad que la circunda fuesen, ligera o absolutamente distintas? ¿Como se hubiera desarrollado tu vida o la propia existencia, si hechos y casualidades hubieran sucedido de otra manera, abocando el desarrollo de todo lo que eres hacia algo totalmente distinto?
Te dejo con esta idea revoloteando por la mente y me adentro en una descripción más lógica de una de las series que más me ha impactado y atraído en los últimos tiempos, al margen, por supuesto de maravillas como The Wire, Deadwood, Carnivale, Sobrenatural o Breaking Bad.
Y si, falta Perdidos, serie que tambien incluyo, pero que me sirve de hilazón para presentar la paternidad de Fringe. Ya que son parte de los creadores y productores de Perdidos los responsables de esta magnifica serie de acción ciencia y misterio.
J.J. Abrams, Alex Kurtzman y Roberto Orci son los responsables del desarrollo de una serie que aúna de manera atrayente y sumamente perspicaz el tipo de serie de defensores de la ley, en este caso el FBI, un misterio que va desarrollándose y creciendo de manera paulatina y, a la vez exponencial y que involucra a los protagonistas y, a la realidad misma, y por último casos que, aún estando inmersos en hechos más cercanos a la ciencia- ficción, poseen una base radicalmente real y científica. Desplegando sucesos que están por venir o que ya están aquí; sean o no publicitados.
Otro de los aciertos de Fringe es la magnifica caracterización de sus personajes. La ductilidad de los mismos, su fragilidad, el peso de los circunstancias, de los errores cometidos, sus miedos y su necesidad de esperanza así como su realista percepción de la vida hacen de la agente Olivia Dunham, del doctor Walter Bishop y de su hijo Peter un triunvirato de seres que emocionan y te hacen emocionar a cada caso, a cada pieza de esa trama que va desenvolviéndose te acercas a historias más pequeñas, más cercanas a esa vida que vives tú y, a un tiempo, a una historia más grande y asombrosa de lo que puedes imaginar.
Muchos de los casos que los guionistas de la serie presentan en cada episodio entran dentro de lo que se ha venido en llamar: Ciencia Limite. Experimentos que están más cercanos a la ciencia- ficción que a lo que, habitualmente estamos habituados a conocer de la ciencia real. Sin embargo, esta ciencia limite si que está desarrollando una serie de ensayos científicos que se acercan a la telequinesia, la piroquinesis, las mutaciones del ADN, la materia oscura, la antimateria y sus aplicaciones, los viajes temporales y los universos paralelos. Esto último tiene un peso específico en la serie y va creando una trama absorbente y muy bien documentada que se asienta en teorías que han estado desarrollando científicos de prestigio. Mundos que se sitúan en el mismo plano espacial pero que están situados a un ritmo vibracional distinto y por consiguiente se solapan, si hemos de hacer caso al principio de exclusión de Pauli y la decoherencia.
En esos mundos paralelos, la vida y sus hechos, pueden ser similares a este. Pero tambien poseer sutiles o, incluso radicales diferencias con el que vivimos. Esto da pie a los autores de la serie para profundizar en preguntas que siempre se ha hecho el ser humano.¿Cuanto de libre albedrío poseemos, cuanta casualidad y cuanta causalidad hay en esta realidad que vivo, y, si elijo la puerta de la derecha o la izquierda, que cambios sucederán en mi existencia y como afectaran estas decisiones a mi futuro y al de la propia realidad?
Hay una máxima que va desgranándose en las tres temporadas, la última en curso ahora sólo en los USA. Que no es otra que: “El camino al infierno está pavimentado de las mejores intenciones”.
Y permitid que sea tan críptico pero no me gustaría desvelar ciertos hechos que son, argumentalmente, la piedra angular de la serie y que deberían impactarte si es que decides seguirla, tanto como a mí.
Si eres adicto a imaginar y necesitas que las historias te hagan pensar y soñar despierto y te niegas a que todo lo que te ofrecen te lo den pasado por el pasapurés del vago mental, esta es, sin lugar a dudas, tu serie.

viernes, 11 de febrero de 2011

The Diamond Dogs "Los atardeceres en invierno"


El invierno despierta a la música con los sonidos que provienen del gélido norte y a este que suscribe le pinta una sonrisa en la cara estas once canciones del nuevo álbum de los Diamond Dogs.
Sulo y compañía se han embarcado en un viaje sosegado y emocional por las sendas de un Rock n Roll que aparca las “estridencias” de discos anteriores para centrar todo su talento en sonidos que reflejan al Rod Stewart de Gasoline Alley, del “What Makes Milkwakee Famous”o del “Girl From Northern Country”, relegando sus ritmos más Faces para, imagino, otras ocasiones. Y no sólo se fundamentan en ese sonido sino que abarcan a los Rolling Stones más acústicos del Black And Blue o esas geniales canciones del Exile On Main Street, los Kinks de finales de los sesenta y primeros setenta, al mismo Bob Dylan o al Ian Hunter del “You Nearly Did Me In”, “Old Records Never Die” o “Silver Dime y To Love A Woman”.
Guitarras acústicas y eléctricas que suenas unidas a mandolinas, harmónicas, violines o algún saxo reposado. Ritmos de Rock n Roll que se pasean de la mano con temas que rozan el Folk-Rock el Blues rural o el Soul de texturas suaves.
Da la impresión de que los Dogs han realizado un disco para sí mismos. Por el puro placer de hacer canciones que desean tocar y que, imagino, querrán que les gusten a los demás. Pero que, si no es así, no pasa nada; ellos disfrutan en cada canción y eso se nota en cada nota y cada estrofa del álbum. Parece que la banda en conjunto es un organismo pluricelular que acometen cada canción como una sola mente y un solo corazón. “April Fool” es una canción que rejuvenece mi corazón y me hace volver a creer en ese amor adolescente, tal vez simplón, pero que emociona y hace suspirar.”Don´t Turn Me Away” es un Soul susurrado al oído de ese amante que, tal vez se aleja y que preludia un corazón a punto de romperse. “When The Morning Comes To Get Me” y “Heart Of The River” son puro Diamond Dogs. Esas canciones maravillosas que van de la mano de los Faces, los Rolling y los Hoople y que, a pesar de que te suenan a mil, poseen ese Mojo, ese algo que te envenena y te emociona a un tiempo.
Llama la atención la sorprendente versión que los suecos hacen de “Please, Please, Please Let Me Get What I Want” a la que dotan de una melancolía y una dulce tristeza que a la banda británica creadora del original, The Smiths no habría disgustado. Y eso que este grupo está bastante alejado de lo que los Dogs hacen habitualmente y, sin embargo, encaja en el conjunto del disco de una manera natural.
La canción final del disco se inicia con unas notas que, al menos a mí, me recuerdan al “Norwegian Woods” de los Beatles y que parece un guiño al lugar desde el cual componen maravillas como esta, absolutamente folkie: “Green Shamrock Shore” . Estos Dogs de ahora, comandados por la voz de Sulo Karlsson, la guitarra de Lars Karlsson,¿su hermano?,Henrik “The Duke Of Honk”Widen a las teclas, Martin Tronsson al bajo, Johannes Nordell a la batería y Magic al saxo han recuperado una magia necesaria.
El Hammond, las guitarras las percusiones, las voces, el saxo, parecen arrebujarse tras cálidas mantas mientras observan como el sol invernal se esconde bajo montañas blancas y glaciales mientras el calor de la música y el amor por ella, nos mantienen protegidos del largo, largo invierno.

The Diamond Dogs - April Fool

The Diamond Dogs - When The Morning Comes To Get Me


miércoles, 9 de febrero de 2011

The Rainmakers "Viejas tormentas musicales"


En 1986 el mundo estaba inmerso en un estado anímico y social que preconizaba el lamentable periodo que ahora padecemos. Y eso que visto como están “funcionando” las cosas, lamentarse no tiene tampoco razón de ser. Al fin y al cabo, vivimos cómodamente. Pero me estoy desviando del tema; decía que en 1986, en lo musical, el panorama no podía ser más desalentador. Rick Astley, Duran Duran, Dire Straits, con su enésimo ladrillo, y más y más que, afortunadamente, mi cerebro a relegado a las cavernas del subconsciente. Y si, había buenos discos y grupos, pero reconozcámoslo, hasta los grandes presentaban signos de agotamiento y desidia musical.
En Inglaterra The Godfathers sacaban su disco: Hit By Hit y The Alarm su segunda obra: Strength. Queen estaban a punto de editar un álbum que se quedó, para mi al menos, en tierra de nadie y Aerosmith seguían perdidos entre farlopa, alcohol y días en blanco. Había, evidentemente, un poco de todo pero las buenas canciones escaseaban. Afortunadamente, en la ciudad de Kansas City, una banda llamada The Rainmakers tuvieron el acierto de componer uno de los mejores discos que se editaron aquel año. De título homónimo, la banda formada por Bob Walkenhorst a la voz y composición de unas fantásticas letras a lo largo de sus discos, Steve Phillips a la guitarra, Rich Ruth al bajo y Pat Tomek a los tambores, sacaron once canciones que me acompañaron durante todo el año 86 y parte del siguiente permitiéndome un refugio de talento y creatividad en aquellos horribles años.
Hace nada volví a los brazos de los de Kansas reescuchando el disco y confirmando, a aquel chaval de hace años, lo buen álbum que era The Rainmakers. Casi obligué a un gran amigo mío a que le echase una oreja al disco. Y éste me comentó, sorpresivamente, que le recordaba a The Godfathers. Y, la verdad, es que escuchando de nuevo a los Hacedores De Lluvia, no puedo sino reconocer que a mi amigo se le va la almendra. The Rainmakers tienen un sonido netamente americano. Potente en su ejecución musical, pero con desarrollos de lo que, años después, se terminaría llamando Americana. Rock n Roll de alto octanaje pilotado por la poderosa voz de Walkenhorst y arropado por una instrumentación sólida que se mueve cómodamente entre sonidos casi hardrockeros, “Big Fat Blonde”, canciones de tintes Pop-Rock, “Drinking On The Job”, “Government Cheese” u obras como “Downstream”, “Long Gone Long” o “Nobody Knows” herederos de la tradición norteamericana más clásica y talentosa vía Credence o Neil Young.
Se que, con tantas buenas canciones y tantos buenos grupos, hablar de un disco de 1986 puede parecer absurdo. Pero si he de ser honesto, si discos como este The Rainmakers no hubiese salido al mercado en su momento, grandes obras como las que hoy disfrutamos, tal vez, no hubieran tenido lugar. La verdad es que fue una pena que el grupo quedase reducido a banda de segunda fila y eso que contaba entre sus fans con el mismísimo Stephen King el cual incluye comentarios de dos de sus canciones en dos libros.
Así que, disfrutemos de grandes grupos y grandes discos que, desgraciadamente no tuvieron la repercusión que se merecían.

The Rainmakers - Big Fat Blonde

The Rainmakers - Rockin' At The T-Dance


lunes, 7 de febrero de 2011

En vivo, y en directo



No se si os habrá pasado alguna vez: estás en casa escuchando ese disco tan bueno de ese artista que tanto te gusta. Deseando que la gira de presentación pase por tu radio de acción, para pasar un buen rato de celebración en esa sala, pabellón, o estadio. Estás escuchando el disco, y pensando: “joder, que bien debe sonar esto en directo”. Y cuando por fin llega la fecha del concierto…. decepción total. Juras y perjuras que no volverás a caer otra vez en sus garras, pero cuando dicho artista vuelve de nuevo por tu tierra, allí estás otra vez, como debe ser. Y esta vez sales con una sonrisa de oreja a oreja, con tal cara de satisfacción, te lo has pasado tan bien, que ni te acuerdas de la otra vez que fuiste a verle y te dieron gato por liebre.
De eso es de lo que vamos a tratar hoy. Todos tenemos en mente aquel primer concierto que nos cambió la vida, aquellas actuaciones de nuestro grupo favorito, algunas buenas, otras decepcionantes. Pero siempre, siempre, nos acordaremos de esos otros shows a los que fuimos sin esperar nada a cambio, y que encontraron un hueco en nuestra memoria solo por lo bien que nos lo pasamos. A mí, por edad y geografía, me tocó vivir de lleno el boom de los ochenta, la era del Heavy Metal y de los grupos de punk vascos, y la verdad es que en la mayoría de ellos me lo pasé de miedo, pero hay unos cuantos que se me quedaron grabados en la memoria, que pasaron al siguiente nivel, de pasarmelo bien a pasarmelo de puta madre. Recuerdo el primer concierto al que asistí junto a un amigo. Fue la Ian Gillan Band en el Pabellón Anaitasuna de Pamplona, con apenas 13 añitos y salimos noqueados. Recuerdo el regreso a casa, andando (por entonces no había autobús urbano por la noche), a oscuras, por un parque que en aquella época era guarida de yonkis y delincuentes. Ibamos acojonados, pero llegamos a casa de una pieza y con nuestras pertenencias en los bolsillos, que no es poco. Míticas también fueron las actuaciones que programaban en el legendario Velódromo de Anoeta de San Sebastián. El autobús desde Pamplona, el ambientillo que se iba generando durante el viaje, Kiss recién desmaquillados (en la entrada todavía salían con sus pinturas), Ramones, Judas Priest, Bon Jovi, Manowar, Whitesnake, Ingwie Malmsteen…. Joder que tiempos. El festival Monsters Of Rock en la plaza de toros de Pamplona, el Monsters Of Rock que hicieron años después en Zaragoza, las actuaciones de Motorhead, Anthrax, o Fear Factory en el Anaitasuna, la reunión de los Kiss originales y el retorno de Halford a Judas en Zaragoza, los festivales más recientes, Kobetasonik, Azkena Rock Festival, UFO, Guns & Roses (o la Axl Rose Band, que estuvo muy bien por cierto). El macroconcierto de Rolling Stones también en Zaragoza, impresionante. AC/DC en San Mamés el verano pasado (¿su último concierto? eso es lo que rumoreaba por allí). El gran Ronnie James Dio, por dos veces en la sala Garés. En fin, no sé, son tantos…. Y en todos me lo pasé genial, pero ese otro nivel que decía antes, de pasártelo bien, a pasártelo de miedo, sólo lo recuerdo en cuatro conciertos. Ahí van.
Leño en el Anaitasuna: Ya la forma de conseguir las entradas fue curiosa. En una emisora pirata local, Radio Paraíso, hicieron una especie de “concurso” en el que regalaban cuatro entradas. El sistema era bastante original: escondían una entrada en un punto de la ciudad, y radio en mano, y con las pistas que te iban dando, tenías que encontrarla. Cuando alguien la encontraba, hacían lo mismo con la siguiente. Encontramos dos entradas. Como íbamos tres amigos, entre los dos le compramos al otro la que faltaba. En gesto de agradecimiento, el día del concierto apareció con una bolsa de “perejil de Arguiñano”, ya me entendéis. El concierto fue bestial, Leño en su mejor momento, en un pabellón, y con un repertorio matador. El ambiente era increíble, y además de buen rollo. Recuerdo especialmente que cuando ya habían acabado los bises y se empezaban a encender las luces para salir, de pronto se volvieron a apagar y el grupo comenzó a tocar “Castigo”, canción que en esa época no solían tocar mucho. El post-concierto fue de película de Monty Phyton. A la salida, con el coche, nos confundimos de carretera y aparecimos en el cementerio. Nos encontramos a un hombre entre la oscuridad dando gritos “dónde váis vosotros”, “que hacéis aquí”. Resultó ser un guardia que había en aquella época. Acojonados salimos de allí como pudimos, y nos fuimos a fiestas de un pueblo cercano, y acabamos durmiendo un montón de gente en casa de un amigo ya que sus padres se habían ido al pueblo ese fin de semana. Yo acabé durmiendo en un saco de dormir dentro de la bañera. Cuando actualmete coincidimos, todavía nos partimos de risa con todo aquello.
Sepultura en Bergara: Allí aparecimos, en medio de una horda de heavies recién salidos del casting de Braveheart. El concierto iba bien, hasta que entre el público comenzó un pogo brutal, y mi hermano y yo allí nos metimos. El resto de amiguetes se acojonó. Empujabas, te empujaban, veía a mi hermano venir de un empujón hacia mí, para luego desaparecer y materializarse detrás mía. Poco después era yo el que desaparecía a empujones entre la multitud para aparecer en el lado contrario del que me encontraba antes, aquello parecía el txupinazo de San Fermín. Era la hostia, la sala tenía una especie de “balcones” y un tío se lanzó al público desde allí. Y cuando todos pensábamos que el pobre iba a perecer (RIP) en medio de todo aquel ejército metálico, la gente le recogió y se lo llevó en volandas!!!. Que fenómeno. La puerta del baño daba a un lateral del escenario, y cuando ibas a mear veías al batería más pendiente de la gente que entraba y salía del water, unos meándose, otros todavía con la cola fuera, partiéndose de la risa mientras aporreaba la batería. Al día siguiente me dolían hasta las pestañas, pero mereció la pena, me lo pasé de puta madre. Eso sí, no lo he vuelto a repetir, por si acaso.
Ramones en la sala Ilargi: Meses antes tocaron en el Velódromo de Anoeta de San Sebastián, pero esos grandes pabellones no eran para ellos, se les veía como perdidos en medio de un gigantesco escenario. En la Ilargi estaban en su salsa, local pequeño, sin grandes agobios, el telón de fondo con los ladrillos y el logo del grupo, nos pusimos en primera fila, en el centro del escenario, y todavía recuerdo la sensación de tener la bota de Joey Ramone y el bate de beisbol a escaso medio metro de mí. Cantamos, berreamos, bebimos y fumamos. Como siempre, no dieron tregua, y aunque por entonces Joey ya estaba bastante jodido, lo dio todo. Y para un Ramoniano como yo, eso es suficiente.
Johnny Winter en la sala Garés: Ese día fui solo, sabía que Mr. Winter ya estaba muy mal de salud, y sólo esperaba una buena noche de blues-rock. Apareció encorvado, con un bastón, lo tuvieron que acompañar a la silla sobre la que iba a tocar la guitarra, pero una vez que empezó….. no hay palabras. La gente, bikers en su mayoría, y algún tipo raro que pululaba por allí, se le reían en la cara. Frases como “venga abuelo, dale caña de una vez”, “levántate ya, hombre” y cosas así, a mí me dolían como una patada en el hígado. No sé que esperaban ver, si a una especie de Angus Young dando botes por allí, o qué. No hace falta decir que yo estaba en la gloria, disfrutando de una parte de la historia del Rock & Roll. Junto a mí estaba un chaval de unos veinte años disfrutando como un loco. De vez en cuando nos mirábamos y asentíamos, como si nos conociéramos de toda la vida. Cada vez que algún cafre decía sus gilipolleces, el chaval le miraba y negaba con la cabeza. Al acabar el concierto me dio la mano y nos despedimos, fue la única palabra que crucé con él. Me quedé con las ganas de echar unas cervezas con ese chaval.
Pues bien, esas fueron mi “live experiences” particulares, aquellos conciertos en los que mejor me lo pasé. Ahora mi pregunta es: ¿Cuáles fueron los shows en los que mejor os lo pasásteis vosotros? No los mejores, ni los más espectaculares, ni los más emotivos, ni los más divertidos, sino esos que recordaréis siempre con los amigos hasta el punto de decir: “Joder, ¿te acuerdas de aquel concierto en el que……..”.





viernes, 4 de febrero de 2011

Ponderosa "Once canciones vienen de Bonanza"


Los de Georgia han hecho un curioso experimento con la aparición de Moonlight Revival. Este álbum es, básicamente, el EP que publicaron en 2008, y del cual Mr. Blutarsky ya glosó un post en su magnífico blog Green Grass River. Este mini-Lp, que contenía diez temas, curioso concepto de mini- LP tiene la banda, por cierto. Esto me lleva a pensar que este grupo tiene una extraña percepción de la realidad.
Decía, que este nuevo disco de Ponderosa es una revisitación de algunas de las canciones incluidas en Midnigth Revival, el EP, más cinco canciones nuevas las geniales “Pistolier”, “Girl I´ve Ever Seen”,“Pretty People”, “Broken Heart” y “Penniless”. Curiosamente, las canciones que ya estaban en el EP están interpretadas de manera sutilmente distinta al original. Los nuevos Ponderosa mantienen un acercamiento más cercano al Rock n Roll de vertiente clásica vía Credence o Lynyrd Skynyrd, por poner dos ejemplos que quedan representados en canciones como “Old Gin Road” o “Devil On My Shoulder”. La banda es perra vieja en las lides musicales, contando entre sus miembros a varios músicos de la Butch Walter Band, músico este, por el cual siento verdadera predilección.
¿Es mejor la interpretación de los Ponderosa del EP o la nueva de este último disco? Pues si y no. Para gustos. Personalmente a mi me gusta más este nuevo Moonlight Revival; siendo mis gustos más representados por el sonido del álbum. Sin embargo hay canciones en el EP que poseen una fuerza y un poderio que dejan marcadas las canciones con una rotundidad y un saber hacer superlativos.
La voz de Kalen Nash está magnifica. Y aquí si que no admito discusión. El interpretar los temas de manera menos distorsionada y acelerada, obliga al cantante a realizar giros estilísticos e interpretar de una manera más intensa y apasionada cada canción del disco. La banda es una máquina bien engrasada que ejecuta a la perfección cada tema con entusiasmo y poderio. Y que te quede bien claro que cada una de ellas es un cañonazo sonoro que es capaz de levantarte la tapa de la sesera.
Esta, mes amies, es una más de las magnificas bandas de nueva generación que aseguraran un futuro esplendoroso para el Rock n Roll.
Que ustedes lo disfruten

Ponderosa - Old Gin Road

Ponderosa - Pistolier

Ponderosa - Little Runaway


miércoles, 2 de febrero de 2011

Gal Holiday & The Honky Tonk Revue "La voz Western de K-Ville"


Curioso las veces que damos por sentado hechos que creemos irrebatibles o inamovibles y como, la realidad se impone, tozuda y echa por tierra ese castillo de naipes que es tu creencia. Esto viene a cuento respecto de la máxima, irrebatible, según la cual: en Nueva Orleáns la música que se escucha es Jazz, Zydeco, Funk y Blues. Pero no, desde luego, Country. Lo llamativo del asunto es que esta señorita y su banda han estado llenando locales en la vieja Nola con un sonido puramente Country al que se le añade pellizcos de Blues rural que enriquece un plato de pura tradición norteamericana cocinado por una mujer apasionada en su acometida de las canciones que componen este segundo álbum titulado, lógicamente, “Set Two”.
Afortunadamente ha pasado ya, creo yo, o al menos para mí, la época en que las féminas que se dedicasen a esto de la música, vivian encadenadas a la sombra de las divas de décadas anteriores que habían marcado un sonido y una impronta estilística que las siguientes generaciones heredaban. Así, claro está, los sonidos de las susodichas generaciones seguían ancladas en ese status que no favorecía, absolutamente en nada, a la creatividad de las cantantes y autoras y, tampoco a los seguidores de dichas autoras. Así, ahora, tenemos a chicas tan magnificas como Beth Hart, Joan Jett, Grace Potter o Lynne Jackaman.
Lo que Gal Holiday nos ofrece en este magnifico disco es una arrebatadora manera de interpretar canciones que, perfectamente, podría haber interpretado Johnny Cash.
Temas como “Brain Cloudy Blues” con ese magnifico acercamiento a sonidos que rememoran al gran Son House; maravillas como la luminosa “Don´t Think Twice”, torrentes musicales como “Send Me Away” o el blusazo de “That´s Why I Ride” recalcan la validez y el talento de la muchacha de Nueva Orleans y su banda el genial guitarrista Steve Spitz, el bajista Dave Brouillette y el batería James Clark.
Os confieso que, a mí, personalmente, el Country, puro y duro, no es santo de mis devociones. Pero lo que hace esta chiquita está envuelto en un algo etéreo y mágico que impregna a cada tema y cada interpretación de este genial Set Two.
Cerrad los ojos y permitid que la voz de Gal os lleve de la mano por caminos rurales y cielos de color azul y nubes esponjosas.

PD: Gracias al señor Al y a su magnífico blog Zapatos y Rock’n Roll, por ponernos sobre la pista y por regalarle a nuestros oídos tanta y tan buena música.

Gal Holiday & The Honky Tonk Revue - Don't Think Twice

Gal Holiday & The Honky Tonk Revue - Louisiana Waltz

Gal Holiday & The Honky Tonk Revue - Brain Cloudy Blues