Neo-Swing Confidential

En aquel entonces, el país salía triunfalmente de una crisis económica y social sin precedentes. Apenas unos años después, entraría en una guerra. Pero, mientras tanto, las radios, la juventud, todos los norteamericanos, se movían a ritmo de Swing.
¿Quien podría poner fecha al texto arriba escrito? Lo más fácil seria decantarse por la década de los treinta y, desde luego, seria acertado. Pero como dejó magníficamente escrito Mark Twain: “El tiempo no se repite, pero si se copia miserablemente” Y lo que se podría decir sobre los gloriosos treinta, tambien encaja con la década de los noventa del siglo XX y cómo las fuerzas demoníacas del mundo discográfico, pusieron de moda el Swing.
A diferencia del primer estallido de las Big-Bands y todo el caudal creativo de los Duke Ellington, Benny Goodman, Fast Weller, Count Bassie etc que fue una conclusión natural de la evolución musical del Jazz, la irrupción del Neo-Swing o Retro-Swing, fue todo un montaje publicitario destinado, como siempre hace la industria discográfica, a sacar dinero de donde parecía imposible. Esto no implica que fuera un movimiento falso y manipulado. En su raíz, jóvenes universitarios y estudiantes de música de Estados Unidos, habían desarrollado un gusto sincero y espontáneo por esa música que volvía locos a sus abuelos. Creando bandas estables que no sólo versionaban grandes estándares de la época sino que se lanzaban a componer temas propios.
Claro está, todo esto se desarrollaba en un circuito eminentemente underground siendo el ex guitarrista Brian Setzer y su Brian Setzer Orchestra, del grupo Rockabilly neoyorkino, Stray Cats que en 1994 sacaba su primer disco de Swing y la única excepción en lo tocante a cierta popularidad más allá de los garitos y los locales frecuentados por universitarios.
El hecho en sí empujo hacia uno de esos extraños eventos que son bien manejados y manipulados por el sistema y, casi de la noche a la mañana, Norteamérica bailaba Swing.
Los grupos salieron por doquier. Cualquier discográfica que se preciase, tenia que tener en nómina a, al menos, dos bandas de Neo-Swing. Y las había para todos los gustos. La formación clásica de Big-Band como Big Time Operador con 11 miembros, la Brian Setter Orchestra con 17 o The Big Kahuna and the Copa Cat Pack con 12 músicos en escena, por poner varios ejemplos. Aunque, normalmente, las bandas solían agrupar a seis o siete músicos. Siendo lo habitual un cantante, batería, contrabajo, saxos, trompeta y la inclusión, dependiendo de la banda, de guitarra y piano, además de trombón y coros de despampanantes chicas envueltas en sofisticación y glamour.
El Swing, como estilo musical, posee dentro de su acepción, variedades de sub-estilos que conforman una rica y ecléctica paleta de colores sonoros. El Jump. El Boggie, de grupos como Indigo Swing. El Stomp, de bandas como Mitch Woods o Stompy Jones la orquesta en su más puro estilo sin cantante y profusión de arreglos orquestales, valga la redundancia del tipo de la Hill Elliot Orchestra y sonidos barriobajeros y cercanos a la música negra o chicana de gente como The Royal Crown Revue, Atomic Fireballs o Big Bad Voodoo Daddy. Amen de una estética variadísima donde se aúnan la elegancia de los grandes salones y Lounges del Nueva York de los treinta y cuarenta, Dr. Zoot o Jet Set Six a los gansters o la imagen más desquiciada y tipo película de serie B al estilo de unos Lee Press On And The Nails que salían a escena vestidos como extras de la serie The Munsters, o la familia Adams (colmillos incluidos) incluso existe, aún está en activo, un tipo llamado Richard Cheese que se dedica a versionar canciones de éxito de gente tan dispar como Guns & Roses, U2, Madonna,Rage Against The machine o Michael Jackson, entre otros, dándole un sonido Swing o Lounge. Incluso elementos de los 60, similares a lo que en este país serian Camilo Sesto o Jaime Morey, como Pat Boone (Ya reseñado en este blog) o Paul Anka sacaron sus discos Swing versionando temas del Heavy o de temas populares alejados de su sonido.
Si algo aportó el neo-Swing fue una frescura musical y una alegría compositiva y estética que el mundo de la música necesitaba desesperadamente, tras años de suicido Grunge. El Neo-Swing te daba la capacidad de maravillarte con temas con profusión de arreglos enrevesados pero maravillosamente integrados en la canción. Temas con historias de todo tipo. Desde la típica chico por chica a historias de gansters, “Zip Gun Bob”, reivindicaciones raciales e historia americana reciente, “Hey Pachuco”. Historias de monstruos, vampiros y cocktails, “That never happen in the movies”, “Swing is dead” o “Cocktails for two” o homenajes a Robin hoods del siglo XX como “Pretty Boy Floyd”.
En definitiva el Swing del fin del siglo XX y principios del XXI era un compendio maravilloso de grandes músicos interpretando grandes canciones y disfrutando de la capacidad de hacer y crear temazos con una fuerza y un talento que no se acostumbraba a ver y oír por aquellos lares musicales.
Y si pensáis que fue en los 60 y 70 donde se creó el inconformismo y la conciencia
Social, echad un vistazo a la literatura, la música y el pensamiento de principios del siglo XX y olvidaos del Punk muy Punk y el dedo corazón presentado al público. Ya lo patentó Johnny Cash en los sesenta. Y las letras denunciando desigualdades sociales o un polvo en toda regla ya estaban escritas en Blues y Boogies de los veinte y treinta.
Para mí, el Neo-Swing llenó un hueco de sonrisas y mala leche disfrazada de sofisticación que, de vez en cuando, es necesaria. Ser el más guapo, el más chulo, el más crápula o el más malo del barrio, sabiendo que todo es un juego, un truco, humo y espejos reflejados en el bronce brillante del metal de las trompetas y saxos.
Si queréis un rato de marcha y ganas de diversión, no lo dudéis, el Swing es vuestra música.