Los Muertos Vivientes "Demasiado cerca de la realidad"

¿Cuántas horas al cabo del día pasas viendo televisión?
¿Cuándo fue la última vez que cualquiera de nosotros DE VERDAD hizo algo para conseguir lo que quería?
¿Cuánto tiempo ha pasado desde que cualquiera de nosotros NECESITÓ algo de lo que QUERÍA?
El mundo que conocíamos ya no existe.
El mundo del comercio y las necesidades superfluas ha sido reemplazado por otro de supervivencia y responsabilidad.
Una epidemia de proporciones apocalípticas ha barrido la Tierra haciendo que lo muertos se levanten de sus tumbas y se alimenten de los vivos.
En cuestión de meses, la sociedad se ha desmoronado.
Sin gobierno,
Sin supermercados,
Sin correo,
Sin televisión por cable
En un mundo gobernado por los muertos, por fin nos vemos obligados a empezar a vivir.
Esta es la interesante premisa con la que el escritor norteamericano Robert Kirkman inicia su comic Los muertos Vivientes.
Un mundo lleno de zombies sin cerebro. Caminantes quejumbrosos, lentos, podridos. Con una eterna hambre de carne viva.
¿Tópico, típico, mil veces ya utilizado? Si y no. Como en más de una ocasión he dejado dicho, no es lo que cuentas sino cómo lo cuentas. Y Kirkman ha creado una historia asombrosa, llena de texturas, de personajes que evolucionan. Plenos de virtudes y defectos. Personajes que recorren un camino tortuoso. Que lloran y ríen, que aman y odian, que anhelan y temen, que tratan, en definitiva, de sobrevivir y no hastiados por las hipotecas, los kilos de más, las vacaciones sin decidir y el verano a dos meses de aquí. Sino por algo más palpable y real. La muerte está ahí, tras una esquina, tras una puerta, en un cuarto oscuro, en un callejón. Es real.
Pero el escritor, ayudado por los dibujos correctos y en blanco y negro de Charlie Adlard y los grises (como no) de Cliff Rathburn, no desarrolla un comic de sustos y tripas colgando ni mucho menos. Las historias que número tras número van revelándose en esta obra tienen una dirección, una evolución, un alma que las insufla de sentimientos y emoción. Las penas por las muertes de los que sucumben, las alegrías por los nacimientos y bodas, o los amores correspondidos, tienen un peso real, palpable. Al igual que los miedos, las traiciones y los desencuentros.
Lo que Kirkman crea se semeja, terriblemente, a esa vida que tú estás viviendo, o que conoces por tu hermano, padre o vecina. Si eliminas la variable zombie, lo que queda, es un acertadísimo estudio de condición humana. Una historia que si la hubiese escrito cualquier escritor elevado a los altares, seria considerada una obra maestra.
Pero es un tebeo y, afortunadamente, tambien es ameno, divertido, emocionante y adictivo.
En los U.S.A. es el comic más vendido de su editorial, aquí lo publica Planeta y aunque vaya por el tomo 9, que no te asuste, si empiezas leyendo su primer número te harás con todos tan rápido como un caminante se come a tu vecino.
Como anécdota añadir que en Estados Unidos se ha estrenado una miniserie de seis episodios basada en el tebeo con un éxito importante. Con suerte, será fiel al espíritu de este gran tebeo.