viernes, 7 de diciembre de 2012

Steve Earle : La misma historia de siempre contada por primera vez



Doc es un Junkie…Un miserias que necesita su ración de Jaco diariamente. No importa que su apellido haya sido, en otro tiempo, sinónimo de prestigio, profesional. Arraigado en una larga y prestigiosa estirpe de médicos. Orgullosos de serlo y de su posición social en la comunidad.

Doc, que ha dejado de utilizar dicho apellido hace décadas, como ha dejado de ser aquel médico, aquel hombre admirado y respetado, se arrastra ahora, suplica, su chute igual que lo hace cualquier miserable White trash descerebrado, sin educación, cultura y futuro.

Doc es, además (junto al fantasma del músico Hank Williams, el cual por algún absurdo motivo esta, inevitablemente unido a la existencia de Doc) el protagonista de la primera y maravillosa novela debo decir, de Steve Earle.

Tras ese magnífico libro de relatos llamado “Doghouse Roses”, que aquí fue rebautizado como “Rosas De Redención”, el músico norteamericano se ha embarcado en una absorbente relato de deshechos emocionales, perdedores natos y esperanzas enredadas en dolorosas  alambradas.

No sé hasta qué punto es necesario vivirlo para contarlo. Jack London habló siempre de aquello que experimentó y sufrió. Sin embargo,  Ray Bradbury describió el dolor, la profunda tristeza, el abandono emocional y la pérdida de toda una civilización que los últimos habitantes de un planeta moribundo experimentaban, en su esencial “Crónicas Marcianas” sin moverse del planeta Tierra.

Imagino que su propia experiencia con los opiáceos le habrá facilitado a Earle la comprensión necesaria para poder plasmar ese “pensamiento Junkie”…Sin embargo, el autor nos escamotea todo ese proceso ritual de la aguja, la cuchara y el émbolo y pasa, casi de soslayo, por todos esos momentos terribles, que siempre los hay, en los que Doc, para ganarse el precario sustento y su chute diario, practica abortos clandestinos, cura, como puede, cuchilladas, heridas de bala, cura gonorreas, herpes y todo tipo de enfermedades venéreas que tanto las putas como sus clientes acaban cogiendo en la abismal zona conocida como South Presa, en San Antonio, Texas.

Pero la presencia fortuita de Graciela, una chica mejicana de apenas dieciocho años a la que Doc, por circunstancias, acoge en su cuartucho de Junkie veterano, cambiará la vida de todos los que terminan cruzándose en su camino, y, sobre todo, la vida de Doc.

Asumo que Earle cree en eso tan etéreo y evanescente llamado redención. Eso que se define como redimir o librar a alguien de una mala situación o dolor. Lógico, por otra parte, siendo, como fue, el propio Earle un Junkie.

A pesar de que el cristianismo se ha apropiado  del concepto y la acción en si, como de tantas otras cosas, todo hay que decirlo; La redención es, creo yo, algo inherente a algunos seres humanos, tanto el sentimiento como, sobre todo, la necesidad de ello.

La propia redención de Earle, su salida de esa espiral que todo Junkie se crea a su medida, es un espejo lejano en que el propio Doc puede verse reflejado. O, tal vez sea Earle el que se mira a través de los ojos de Doc.

Ignoro cuál fue el motivo que empujó al músico a su primer chute. Los que vinieron después son, siempre, un desesperado intento por recuperar ese primer momento.

Charlie Parker decía que tras su viaje de Morfina, era el único momento en que no oía ni pensaba en música. Otra persona me dijo una vez, que le proporcionaba paz…Earle… Sólo él lo sabe. Cada Junkie imita, miserablemente y con más pena que gloria, al primer adicto que existió en este mundo y es, a la vez, una historia única e inimitable.

La novela está ambientada en 1963, con la sombra de Kennedy y su gloriosa vida y muerte, orbitando alrededor de  las minúsculas historias de esos pobres nadie que pululan por la zona más depauperada de cada ciudad. Presenta, asimismo un curioso equilibrio entre una historia inmersa en la realidad y un realismo fantástico que quedan entrelazados en un cuento agrio y tierno, terrible y emocionante.

La constante hibridación a la que el escritor somete este maravilloso “No Saldré Vivo De Este Mundo” no lastra una prosa rica en sensaciones y sentimientos es más, convierte a la novela en una canción donde ritmo y estribillo, coros y solo, música y letra, conforman una atractiva melodía que necesitas seguir cantando.

Steve Earle reivindica a la persona por encima de sus circunstancias, sean estas, veniales o amargamente adversas. Reclama orgullo de ser, de existir frente al anatema más fácil de esta sociedad, que es el de condenar sin saber, sin conocer, sin plantearse nada más que ese absurdo “ellos” y “nosotros”.

La posibilidad de desenredarse de esa maraña emocional en la que poco a poco terminamos casi todos por asfixiarnos, por motivos dispares. La necesidad de salir de ella, como sea. Rasgándola, deshaciéndola o quemándola con esa gasolina del alma que todos llevamos dentro y que, una persona, un hecho, un algo ajeno a ti, con la suficiente fuerza, o luz, hace arder para siempre; es algo en lo que Earle incide de manera constante y con una prosa llena de emoción, de calidez y, también de calidad.

Perdedores, caídos, humillados por sí mismos y por la sociedad. Buena gente perdida en un laberinto emocional que los enreda a cada latido. Todos esos nadie que han caído por las rendijas del mundo para siempre y que, sin embargo, sienten, aman, sufren y, a veces, sueñan…¡Ah, Y el fantasma de Hank Williams!





3 comentarios:

TSI-NA-PAH dijo...

Justo le tengo en mi mesilla de noche!Acabo de terminar la autobiografia de Neil y estoy con la novela de Steve!
A+

Jim Garry dijo...

Tiene una pinta tremenda esta novela. El de Rosas de redención me pareció una maravilla. Earle no sólo escribe grandes canciones sino que ademas sabe tocar la tecla adecuada para contar historias.

Me ha gustado lo que escribes sobre la novela y me han entrado más ganas todavía de leerla.

Sex, love and rock´n soul

Kepa dijo...

Una novela muy interesante, que tiene tanto de biográfico como de reflejo de su música.Muy recomendable

saludos