lunes, 6 de septiembre de 2010

Robert Johnson "Me And The Devil"



Three Forks, agosto de 1938. En un local de baile de este pequeño pueblo, un individuo llamado Ralph camina hacia el escenario con una botella de whisky. En el escenario, compartiendo cartel, Robert Johnson a la guitarra y Sonny Boy Williamson a la armónica. Nadie quiere perderse el show, la fama de Johnson corre por el Delta como la pólvora. Ralph, dueño del local, le ofrece la botella a Robert y se marcha. Sonny recela, ya que conoce la fama de mujeriego de su compañero, y concretamente conoce los amoríos de Robert con la esposa del dueño del local. Parte del público también lo sabe, por lo que el ambiente es bastante tenso y las miradas amenazantes. En aquella época era lo normal, ser bluesman y andar por aquellos locales perdidos era un trabajo bastante complicado y peligroso, por la gente poco recomendable con quien se trataba, por la vida de vagabundo que se llevaba, por la reacción de un público envalentonado por el alcohol….

En una de las pausas de la actuación, Robert comienza a beber de la botella. Al percatarse de ello, Williamson le aparta la botella de los labios mientras le dice: “Nunca bebas de una botella abierta. No sabes lo que puede haber dentro”. Robert le contesta tajantemente acorde con su carácter y su afición al alcohol: “No vuelvas a quitarme una botella de whisky de las manos”. Poco más tarde Robert tiene que dejar de tocar al sentirse mal, sale a la calle, y se refugia, agónico, en casa de un amigo donde fallece unos días más tarde.

Lo cierto es que no se sabe al 100% las causas de la muerte. No hubo autopsia, no hubo doctor que certificara oficialmente el fallecimiento. Tras encontrarse una partida de defunción en la que constaba la anotación “No Doctor”, se empezó a especular con los motivos de la muerte, y se empezó a investigar el asunto entrevistando a los supervivientes de la época que estuvieron aquella fatídica noche en el local, por lo que la historia que contamos del envenenamiento es la “oficial”, por decirlo de alguna manera. Pero claro, estamos hablando de 1938, y después de tantos años el boca a boca desvirtúa muchas historias, aunque los testigos coinciden en lo básico. También se ha dicho que falleció de sífilis, que cometió suicidio, que fue fruto de magia negra por parte de un marido celoso (una constante que le persiguió durante su vida, los maridos celosos), la verdad no se supo hasta que muchos años después se descubre su certificado de defunción y los historiadores comienzan a atar cabos. Aunque insisto, no es fiable al 100%. Continúa la leyenda.
Con ayuda del tipo de los cuernos o no, antes de morir aún le dio tiempo para grabar, en dos sesiones, las 29 canciones que cambiaron el rumbo de la música y que marcaron un antes y un después en la historia del blues. Un legado imborrable para decenas de los más grandes grupos del siglo XX.
Robert Johnson, criado musicalmente en los locales de las plantaciones de algodón, fue el mayor genio que el blues del Delta ha dado nunca, nadie sabía nada de él cuando jovencísimo salió a buscarse la vida con su armónica (que más tarde y de forma muy oportuna cambió por una guitarra), cuando con 17 años, siendo apenas un muchacho, perdió a su esposa en el parto del que habría de ser su primogénito, que también murió. La rabia al ver perdidos de golpe a su esposa y a su hijo sólo pudo ser canalizada mediante los apagados acordes y los lamentos del blues. Su escasa calidad instrumental en aquella época no parecía importar a quien le escuchaba en aquellos sórdidos garitos en las orillas del Mississippi. Nadie supo tampoco lo que ocurrió entre 1931 y 1933 cuando se le tragó la tierra, para reaparecer convertido en el mayor virtuoso de la época. Ahí comenzó la leyenda. Las malas lenguas no tardaron en hacer su aparición y se comenzó a afirmar que había hecho un plan con el mismísimo diablo, en un cruce de caminos, a cambio de un don sobrenatural en el dominio de la guitarra y el ritmo para tocar blues. Para colmo, su mítica, vieja y desvencijada guitarra Gibson era la misma que cuando todavía no la dominaba, y nunca quiso desembarazarse de ella, era su “arma diabólica”. Su errático comportamiento también favorecía estos rumores, cuando tras acabar las actuaciones se levantabas silencioso antes de dar pie al aplauso, y desaparecía del escenario por la puerta trasera, como un fantasma. Si a todo ello le sumamos los textos de sus canciones, con claras referencias ocultistas y a pactos con el maligno, el sexo, el vagabundeo y la mala vida, cantadas con esa voz casi fantasmal, no es extraño que todo ello diera pie a rumores de que su muerte fue la deuda que el mismísimo diablo se cobró. Un pacto es un pacto Robert, y los pactos están para cumplirlos.

Fue uno de los guitarristas más influyentes de la historia de la música popular, una auténtica leyenda. Pero no un virtuoso en el concepto que de ellos tenemos hoy en día, sino virtuoso en el concepto de que revolucionó la forma de manejar ese instrumento para los cánones de la época. Su legado: 29 canciones, dos fotografías, un certificado de nacimiento (posiblemente erróneo en la fecha), dos certificados de matrimonio (cada uno de ellos con una fecha de nacimiento distinta), y un certificado de defunción. Pasó por éste mundo como un flash: llegó, vivió deprisa, y se marchó.

Un día Keith Richards escuchó un disco que Brian Jones le puso en su casa: “¿Quién es ése?” “Robert Johnson” “Vale, pero… ¿Quién es el otro tipo que toca con él?”. No podía creer que fuese una sola guitarra. Quizás quien tocaba con él era aquel tipo con el que Robert se reunió aquella noche en un cruce de caminos……



5 comentarios:

Rafa dijo...

Buenísima crónica. Siempre es un placer revisar la historia/leyenda del más grande entre los grandes...

¡Un saludo desde la Calle del Bourbon!

El rey lagarto dijo...

Bon día Twoheads

No pensaba que esta fuera la historia real de este mi hermano y mentor Robert Johnsosn, ya sabes que la vida que llevamos los bluesman es muy tortuosa.

A partir de el empezó todo, le debemos mil y un homenajes.

TSI-NA-PAH dijo...

Gran post amigo, yo tambien voy de blues hoy! La histori de la botella siempre me flipo un monton y recuerdo que cuando salia chaval nunca dejaba mi botella sola!!!!!
Voy a pinchar al bueno de Robert!

TwoHeads dijo...

Para los que sois relativamente nuevos por aqui, comentaros que esta sección que lleva por titulo La Mecedora de Mamá, esta confeccionada por un amigo y colaborador del blog llamado "The Mother of Norman Bates" y coloquialmente llamado la Mami, del cual por cierto, hace dias que no se nada de él....donde estas Torpedo !!!!

The Mother Of Norman Bates dijo...

Buenas a todos. Por "razones técnicas" (ésa es la excusa oficial cuando uno se vuelve un vago, je, je...) no he dispuesto de ordenador éstos últimos días. Así que, una vez que le he "chuleado" uno a un amigo, aquí me tenéis otra vez dando la vara. La verdad es que la historia de Robert Johnson es fascinante, espero que siempre mantenga el misterio y no acabe en una cutre película-biopic de Hollywood, o su música en anuncios de McDonalds. Un saludo para todos vosotros, Tsi-Na-Pah, Lagarto, Rafa, y por supuesto al boludo nº 1 de internet: TwoHeads. Nos vemos colega...