Hay discos que se te quedan en la memoria, como un eco que reverbera cuando todo se torna silencio y permanece en tu interior, creciendo, como las tormentas que inundan en un momento tu vida. Canciones y modos de interpretarlas que te alcanzan, o no; pero que cuando sucede lo primero, se aferran a ti con la intensidad del primer beso dado con amor, con el fuego que te hace arder en las noches en que crees que nada queda salvo el frío, con esa magia única y extraña que pinta tu vida de colores locos y vuelve al gris del tono del arco iris.
Las canciones que Joshua Black Wilkins ha creado para su último trabajo:"Settling The Dust", me tienen arrebatada el alma. No son canciones de esas que arrasan en listas, ni se te quedan al primer contacto. Son temas intensos, profundos, cargados de una poesía y un peso emocional que retumba en tus oídos y en tu corazón con similar fuerza a la voz del autor. Canciones quebradas, áridas, terrosas en su sonido, tan ardientes en tu interior como el paso del Bourbon más fuerte y bronco por tu garganta.
Esa manera de interpretar los temas otorga a la canción una sombra distinta de la que pudiera proyectar si, el cantante, tuviese un timbre de voz más estandar, o más Country. Los ecos de Ben Nichols, Bruce Springsteen, Tom Waits y tantos autores de voz de desierto y alma quemada al sol inmisericorde del mismo, se vuelven reflejos de la voz de Joshua Black Wilkins.
Curiosamente, Black Wilkins, es un fotógrafo que goza de una reputación artística notable en U.S.A., pero que también graba discos con sonidos Americana, Alt Country y Blues de altisimo nivel. De hecho, el autor comenzó a hacerlo en 2005 con su obra "Hellbent and Brokenhearted" y este "Settling The Dust", es su sexta incursión en la industria musical.
Las melodías, unas letras maravillosas y cargadas de una poesía rural, de motel de carretera, como una banda sonora a las obras teatrales de Sam Shepard o una interpretación de sus poemas en obras como Luna Halcón, se adivinan en canciones como " New york or Louisiana", "Glass House", "Don't think that i", "Last Night Talk" o "Take My Time". Amores que se desvanecen, amores que se atascan, momentos que deshacen la vida en lluvia que no sirve para apagar los fuegos que arden en los corazones de la gente que se equivoca de salida y termina en carreteras secundarias donde la vida se detiene y el sol deja de salir.
Sin embargo, el músico dota a sus canciones de una belleza doliente y hermosa en la que se adivina una pequeña esperanza, esperando a brotar y crecer con el primer rayo de sol que la ilumine.
Hay , en las canciones de Black Wilkins una mirada de plano secuencia, de dejar a la cámara filmar aquello que queda a lo lejos, indiscernible, borroso, mágico y, sobre todo, necesario, pues es un lugar al que dirigirse, una misión, un camino que afrontar o tomar. Y en esas búsquedas absurdas del Grial, del horizonte, del amor soñado, la música de Joshua Black Wilkins son una hermosa banda sonora que hará el camino más bonito y menos doloroso.
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