No me gusta que la gente considere como inevitable que alguien, por ser hijo de su padre, ya alberga lo bueno, lo malo, lo mediocre o lo pueril que el progenitor tiene. Somos un diez por ciento de material genético del padre, un diez por ciento de la madre y un ochenta por ciento nuevo y único.
Con esta premisa deberíamos de respirar tranquilos, tanto para bien como para mal. Dependemos de nosotros mismos. Somos responsables de nuestra vida y, nuestros padres, con suerte, darán buenos ejemplos y trataran de educarnos para que seamos las mejores personas posibles. Si no, no pasa nada. Si los padres dejan una puta mierda de herencia en gestos, en hechos, en actitudes, ahí estamos nosotros, como personas únicas para desbaratar tanta miseria.
Esto viene a colación por el hecho de que Nigel Dupree es vástago de ese monstruo musical llamado Jesse James Dupree, a la sazón, cantante de la banda Jackyl que, si no lo conocéis, ya va siendo hora de que os pongáis manos a la obra.
Nigel es un hombre a una Gibson Les Paul pegado. Guitarra a la cual saca sonidos acerados y llenos de influencias Boogie Rock y el Hard Rock crudo e intenso al estilo de unos AC/DC pasados por el tamiz del Southern. Te oyes “Blur”, “Say Watcha Say” o “Sad Situation” y flipas de no escuchar a Bon Scott.
La voz de Nigel es poderosa, intensa y llena de matices. Hereda parte de la pasión de su viejo, pero el chaval tiene suficiente personalidad para dotar a cada canción de alma, energía y volcánico Rock N Roll.
La banda que apoya a Dupree Junior no puede ser más efectiva. David Buchanan a la guitarra, Alex Foretich al bajo y un poderoso Sebastian Anderson a la batería.
Once canciones llenas de poderoso Hard Rock para que arda este Agosto que nos ha achicharrado. Para que se entere de cómo sienta.
Nigel Dupree - Blur
Nigel Dupree - Say Whatcha Say
